Es la innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías, lo que nos permite ser más eficientes y nos facilita – con los mismos recursos – aumentar nuestra capacidad productiva, base del crecimiento económico y por tanto de la mejora, la riqueza y el bienestar de nuestras organizaciones y nuestra sociedad.

Este factor es ahora más relevante que nunca debido principalmente a la velocidad de cambio, a la exponencialidad de las mejoras que se producen, por lo que no es extraño que cada vez oigamos hablar más de términos como digitalización, inteligencia artificial, big data, blockchain, metodología agile y que incluso tengamos nuevos roles en nuestras empresas como Chief Innovation Officers o Chief Digital Officers.

Se invierte tanto dinero en innovación,que alrededor de ello ha surgido un nuevo profesional especializado y gran cantidad de bibliografía en la que entre otras muchas cosas te animan a fracasar, pues es una inagotable fuente de aprendizaje; aunque muchos lo hacen tantas veces, que presumo fracasan a propósito. Si bien tengo que reconocer que yo personalmente siempre he pensado que debemos intentar hacer las cosas bien y a la primera, si ello es posible, no dramatizo con el fracaso y entiendo que cuando sucede lo que toca es levantarse y aprender de lo ocurrido.Pero creo que ya es ir demasiado lejos querer convertir el fracaso en un mantra, a veces tan bien visto que incluso se llega a premiar.

Confiamos nuestro destino a un golpe de suerte en base a que otros también lo tuvieron

De esta forma hemos llegado al punto en que cualquier idea vale y se puede poner en práctica muy rápido sin necesidad de mucha reflexión previa, pues el resultado siempre es positivo o tenemos éxito o fracasamos, que parece viene a ser lo mismo. Hay tanto dinero disponible ávido de rentabilidades y de replicar fórmulas exitosas que han llevado a otros a transformar alguna industria – en algunos casos sin pretenderlo - que nos centramos en el atajo fácil y confiamos nuestro destino a un golpe de suerte en base a que otros también lo tuvieron. Para mí que esto, debe tener las mismas probabilidades de salir bien como las hay de hacernos millonarios apostando a la lotería.

La innovación es parte de un proceso que te lleva primero a visualizar problemas globales y reales, a entender como dicen los anglosajones the big picture para posteriormente generar la ambición necesaria para resolverlos. La innovación “real” surge a raíz de tener la capacidad para elaborar las preguntas adecuadas e identificar las ventajas competitivas que el acceso a determinado tipo de tecnología te puede proporcionar para mejorar nuestro entorno, ya sea productivo o social.

Demasiada gente se enamora de la tecnología y no del problema a resolver.Lo determinante no es conocer todas las últimas herramientas colaborativas, ni saber elaborar algoritmos complejos, ni disponer de los más sofisticados dispositivos al día siguiente de aparecer en el mercado, lo que hace que aparezcan nuevas ideas es simplemente pensar. Y para pensar, no necesitas tu tablet, lo que te hace falta es un cerebro y tiempo, que no es poco, pues soy consciente que ambos son recursos escasos.

¡Y qué razón tenía! la creatividad se dispara cuando la mente está ociosa

El barón Kurt von Hammerstein-Equord, General en Jefe del ejército alemán en 1930, que se retiró tras conocer los planes de Hitler en una reunión secreta, juzgaba a los oficiales en base a dos características, inteligencia y capacidad de trabajo. De la combinación de ambas resultaban cuatro colectivos. Identificaba un gran número de tontos y vagos, que sugería dedicar a tareas de poca relevancia. Alertaba sobre el riesgo de los tontos y trabajadores por su enorme capacidad para causar desgracias y sugería evitarlos en la medida de lo posible, al generar demasiado trabajo de supervisión. En relación a los inteligentes y trabajadores, los reservaba para los puestos de alto mando, pero aunque resulte contraintuitivo, no para los puestos más importantes y estratégicos,esos puestos estaban destinados para los oficiales listos y vagos, pues aportaban "…la claridad mental y el aplomo necesarios para tomar decisiones de peso…".

¡Y qué razón tenía! la creatividad se dispara cuando la mente está ociosa y las mejores ideas casi nunca surgen mientras estamos en nuestro puesto de trabajo, la mayor parte de las veces aparecen mientras estamos en el coche, en la ducha o en nuestro tiempo de ocio. ¿No tienen la sensación de ser más listos y pensar con más claridad cuando están de vacaciones?. Les recomiendo que aprovechen el verano y prueben a perder el tiempo o mejor dicho a invertirlo adecuadamente en no hacer nada y dejen que su cerebro haga todo el trabajo.

Por cierto, últimamente he visto a muchos ejecutivos “transformarse digitalmente” y cambiar chaqueta y corbata por camisetas al estilo de los protagonistas de la recién finalizada serie The Big Bang Theory, adivinen: no funciona.


Iván González es directivo de Recursos Humanos y Comunicación.