Tengo un amigo que viene al trabajo con trankimazin. Lo lleva siempre en la mochila y cuando te intuye algo nerviosa lo ofrece. Tengo otro con la piel cubierta de psoriasis: «Los nervios», dice. Otra, psicóloga, a veces detiene el coche en seco para «respirar», «porque no llego, es que no llego, y es como si se estrechase la garganta».

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