Será que nada sonríe como la Goma 2. Recuerden que aquello, cuando empezó, era la revolución de las sonrisas, con la calle llena de mimos con lirios amarillos en la boca y niños a los que la estelada hacía un poco brasileños. Y eran cantos a la Moreneta, Virgen de meteorito, de culto más megalítico que cristiano, armonizando el universo mientras los coches de la Guardia Civil florecían de pétalos y grafitis, el milagro de primavera de la democracia de verdad. Y eran los ancianos con exvoto y silla de ruedas, llevados en volandas el 1-O, entre el concierto de rock y la secta de gente desmayada y temblona en el Espíritu Santo, que daba calambres de gloria.

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