La traición suele estar impregnada de relatividad, pues implica salirse del guión establecido y eso puede ser visto como algo necesario, pero también como una terrible deslealtad. Habrá quien piense que Pablo Iglesias clavó un puñal a Íñigo Errejón por orillarle cuando su voz comenzó a pronunciar palabras incómodas; y habrá quien considere que ha ocurrido todo lo contrario, y es que Errejón quiso liderar la izquierda morada y, ante la falta de apoyos, se fue a su casa y urdió un plan para destronar a su gran enemigo político, otrora compañero de fatigas.

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