La traición suele estar impregnada de relatividad, pues implica salirse del guión establecido y eso puede ser visto como algo necesario, pero también como una terrible deslealtad. Habrá quien piense que Pablo Iglesias clavó un puñal a Íñigo Errejón por orillarle cuando su voz comenzó a pronunciar palabras incómodas; y habrá quien considere que ha ocurrido todo lo contrario, y es que Errejón quiso liderar la izquierda morada y, ante la falta de apoyos, se fue a su casa y urdió un plan para destronar a su gran enemigo político, otrora compañero de fatigas.

La cuestión es que Fredo y Michael Corleone navegan hoy en la misma barca, que es la de la izquierda más a la izquierda del PSOE. También persiguen los mismos caladeros de votos. O parecidos. Ambos se sienten traicionados y a ninguno le conviene que el otro sobreviva en el tablero político. Eso sí, la impresión es que el discurso de Unidas Podemos es bastante más sólido actualmente -se comparta o no- que el de Más País. El otro día, en un programa de televisión, le preguntaban a Rita Maestre (del partido de Errejón) por alguna de sus propuestas para mejorar España y decía: “En realidad, no tenemos todavía programa electoral”. Quizá haya que sospechar de los objetivos que persigue un partido que, a un mes y medio de las elecciones, todavía no ha decidido su norte. Porque quizá todo esto no sea mucho más que una cuestión de ego. De demostrar quién tenía razón en una pelea de gallos.

Resulta cuanto menos llamativa la generosa acogida que han dispensado a Errejón los aliados mediáticos de Pedro Sánchez, con el diario El País a la cabeza. Habrá que ver las derivadas editoriales que adquiere este asunto con el tiempo, pero, desde luego, en Moncloa debe causar una honda satisfacción el surgimiento de un partido que ya ha anunciado que facilitará la investidura de un Gobierno progresista. No tanto por el hecho en sí, sino porque ayudará a ocultar la evidencia de que el primer interesado en que hubiera nuevas elecciones era el propio PSOE, de ahí el escaso margen que dejó en la negociación de los pactos.

Este viernes, Óscar Urralburu, el hasta ahora líder de Unidas Podemos en la Región de Murcia, decidía cambiar de bando y alistarse en las filas 'errejonistas'. En sus declaraciones a la prensa, calificó de “error político histórico” que Iglesias no aceptara la coalición de Gobierno que le propuso Sánchez en julio y afirmó que fue el factor clave que le ha llevado a abandonar el partido.

Tanto a Errejón como a la prensa 'amiga' del Ejecutivo le convendrá mucho más poner el foco en julio que en septiembre.

Obviaba que entre el séptimo y el noveno mes del año median varias semanas en las que podrían haber continuado las negociaciones, en las que el PSOE no exhibió una especial voluntad por retomarlas. Quizá por la influencia que ejercía en Ferraz el barómetro del CIS del 30 de julio, que le otorgaba el 41,3% de intención de voto. O quizá porque era cierto aquello de que a Pedro Sánchez le quitaba el sueño que Podemos formara parte de su gobierno, cosa que, por cierto, se empeñarán en ocultar durante la campaña electoral.

Desde luego, tanto a Errejón como a la prensa 'amiga' del Ejecutivo le convendrá mucho más poner el foco en julio que en septiembre. Así ha ocurrido hasta el momento.

Epifanías mediáticas

No deja de llamar la atención que quienes apostaron por Susana Díaz en la batalla por la toma de Ferraz -incluso en las televisiones más influyentes e irascibles- y llegaron a definir a Sánchez como un “insensato sin escrúpulos” en sus intentos por aferrarse a la Secretaría General del PSOE, actualmente sigan una línea tan pareja con los intereses de Sánchez, hasta el punto de llegar a sospechar que alguien ha limpiado las telarañas de la bodeguilla de Moncloa y ha vuelto a organizar ágapes para los fieles.

Menos sorprendentes resultan los golpes bajos que Público -el diario de Jaume Roures- ha asestado en los últimos días a Errejón, a quien ha criticado desde por su despiste ideológico hasta por el nombre de su partido, Más País, que, ciertamente, parece acuñado por Jordi Pujol.

Sobre los hombros de Iglesias caerá durante las próximas semanas el peso de los enemigos que han abandonado poco a poco el 'círculo de Galapagar'

Sobre los hombros de Iglesias caerá durante las próximas semanas el peso de los enemigos que han abandonado poco a poco el 'círculo de Galapagar' como consecuencia, en muchos casos, de su ego y de la cerrazón de alguna de las dos partes; o del gatillo fácil del líder de Podemos. También contará con la hostilidad de los medios que tuvieron en 2018 una singular epifanía que les llevó a apoyar a Pedro Sánchez tras haber conspirado para obtener su cabeza.

El pasado miércoles, en un acto en el que coincidió con Juan Luis Cebrián, aseguró que siempre ha preferido la política a vender “sonrisas”, pues, a su juicio, su partido ha sido y es una opción incómoda para el “establishment” y no tiene la intención de cambiar para apoyar proyectos como la Operación Chamartín. Esa tarde, a Errejón le pitaron los oídos. También a buen seguro este viernes, cuando el diario El Mundo publicaba una noticia en la que denunciaba las consecuencias políticas de sus varias ausencias de la cámara madrileña de representantes.

Está claro que el bloqueo político actual parte de la cerrazón -y la incapacidad- de los líderes de izquierdas para pactar en un escenario que les permitía formar Gobierno sin buscar alianzas inverosímiles. Parte de la culpa es de Iglesias y parte, de Sánchez, claro está. El problema al que se enfrentan los aliados mediáticos del PSOE es el de intentar echar el muerto 'al otro' y también el de confiar en un partido nuevo que, hasta el momento, ha demostrado tanta devoción por el “buen rollo” como endeblez programática. Desde luego, no parece la postura editorial más coherente. Quizá pronto tengan que rectificar. O disimular.