Zapatero, un triste, aún quiere hacer triste la política, o sea hacerla suya, triste y fracasada como una ópera de payasos. La alegría de los tristes es contagiar su tristeza. Por eso Zapatero sale de vez en cuando con su paraguas mojado, con su trajecito mojado, que es como parece ir siempre él, como alguien que se ha empapado incluso llevando paraguas, alguien destinado a mojarse bajo la lluvia, y sale así, no grave sino triste, a entristecer la política, a entristecerlo todo, igual que un gafe lo gafa todo.
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