Las ceremonias que rodean a los mercados financieros han sido en muchas ocasiones objeto de caricatura y caladero de clichés para la industria cinematográfica, siempre necesitada de utilizar mensajes llamativos e icónicos para expresar la complejidad de la realidad que pretende reflejar.

La imagen del bróker desgañitado de voces y aspavientos, los corros de frenéticos intermediarios de acciones, el acelerado desempeño de ejércitos de operadores telefónicos negociando activos o las celebraciones extravagantes de éxitos bursátiles en un marco como de fiesta de Freddie Mercury en sus mejores tiempos, han forjado una mitología particular por todos reconocible.

Pero el cine no solo ha producido y reproducido esa realidad exagerada y cotizado las acciones de sus grandes empresas cinematográficas, sino que también ha servido de termómetro del humor social que a lo largo de la historia planeaba sobre los ciclos económicos y de bálsamo para desinflamar tensiones en momentos de turbación e incertidumbre como los actuales.

Las producciones cinematográficas han ido reflejando en la pantalla los estados de ánimo colectivos

Las producciones cinematográficas han ido reflejando en la pantalla los estados de ánimo colectivos y determinando el predominio y éxito de un determinado género durante períodos de tiempo al son del sentimiento alcista o bajista de los mercados de valores.

En un mercado bajista sostenido en el tiempo, el malhumor colectivo se agudiza, aumenta la crispación social, los disturbios, las broncas y la depresión y las películas que recojan esos sentimientos sociales serán las que tendrán éxito.

A sensu contrario, en mercados alcistas de larga duración, el humor mejora y desemboca ineludiblemente en confianza y hasta en euforia de largo metraje. Cuando reina el positivismo, las películas que lo reflejen son las que tendrán mayor querencia por el espectador.

Aunque suene a película de ciencia ficción nos encontramos ante un fenómeno estudiado que, excediendo la relación de los mercados con la pura economía, los sitúa en relación con la cultura y la propia vida.

En un estudio del índice Dow Jones desde los años 20, se pudo comprobar que desde el famoso crack de 1929 y hasta 1932, con un mercado bajista, caídas del 95% y un humor social pésimo, el grueso de películas más taquilleras fue copado por películas de terror como : La Momia, Drácula, Frankenstein, King Kong, El hombre lobo o Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

En los años 70, dominados por la famosa estanflación económica (estancamiento con inflación) el fenómeno se repetiría y el terror – ahora con ayuda de los efectos especiales- volvió a reinar en las pantallas de medio mundo con títulos tan espeluznantes como: Viernes 13, Carrie o La matanza de Texas.

Durante los periodos bajistas de los años 30 y los 70, en la taquilla triunfaron películas de terror

Con anterioridad y en el gran período alcista de los años cincuenta hasta principios de los 70, las producciones no pudieron más que recoger el buen humor que se instaló en la sociedad y la economía mundial y fueron éxito de taquilla todas la producciones de Disney que fueron sucediéndose desde Peter Pan, 101 Dálmatas o Blancanieves, hasta Mary Poppins.

Cosa que se repetiría de nuevo en el siguiente gran mercado alcista de 1982 hasta el año 2000, época de La Bella y la Bestia, Aladdin, El rey león o Pocahontas.

Con la gran crisis que se inició en el año 2008 y que aún colea y amenaza con retomar bríos hemos tenido muchas películas que reflejaban violencia, miedo y en general humor social negativo. Películas como de Apocalipsis y de fin del mundo bacteriológico, alienígena, zombie o militar. Las películas de terror, guerra, y de tragedias volvieron a copar los puestos preferentes de la recaudación en taquilla a nivel mundial.

Es cierto que aislar el fenómeno como pauta de un posible cambio de tendencia de los mercados es bastante complicado pero no es desdeñable como factor coadyuvante para detectarlas.

La dificultad añadida que supone la infinita oferta de plataformas tipo Netflix no nos lo pone nada fácil en la tarea de escudriñar posibles escenarios en el celuloide, pues la producción fílmica ha crecido a niveles estratosféricos y no existen ya géneros preponderantes que nos puedan dar pistas cinematográficas sobre la tendencia del ciclo económico, su giro o su mantenimiento.

El mix de éxitos cinematográficos de 2018 podría significar casi cualquier cosa

Sobre el cine y los mercados habría mucho para investigar y muchos serán los que opinen de lo extravagante o fiable de un indicador tan peculiar como este, pero no obstante no dejen de echarle un ojo a la cartelera y a los éxitos cinematográficos del momento, no solo pasarán un buen rato frente a la pantalla grande y evadirán temporalmente los males que acechan al mundo, sino que puede que detecten el próximo giro del mercado.

Aunque, como decía antes, el asunto se ha complicado. Sin ir más lejos, el pasado 2018 las películas más taquilleras fueron: Avengers: Infinity War, Black Panther y Jurassic World: el reino caído, un mix que podría significar casi cualquier cosa.

En tiempos de incertidumbre y de agoreros cualquier ayuda es poca y reconociendo el escaso sesgo académico y algo travieso del asunto, me disculpo tomando prestado lo que cantaba Luis Eduardo Aute en la canción Cine, cine: "Pido perdón por confundir el cine con la realidad, no es fácil olvidar Les cahiers du cinema".


Carlos de Fuenmayor es consejero Senior en AXA Exclusiv