Mariano Rajoy fue un señor del Greco funcionario, que estuvo y quedó como una sombra en la pared de su presidencia conventual. Desde la pared, desde su marco de madera gruesa y claveteada de portón de iglesia, desde su gorguera como el rosal de la propia barba, él estuvo mirando con pupila lenta o fija, como los cuadros, la política, la vida y toda España. Esos recuerdos de ventanuco, esas memorias desde la pared, las va a publicar en un libro ahora, para diciembre, cuando empiezan a caminar las muñecas de Famosa y se venden los perfumes baratos y las novelas gordas y coloridas como cajas de cereales.

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