Hay cómicos que tienen una costumbre muy llamativa, y es la de bromear sobre lo ajeno, pero hablar en serio de lo suyo. Esta curiosa manifestación de bipolaridad está muy extendida entre algunos conocidos humoristas, que, por ejemplo, exhiben una falsa equidistancia con respecto al proceso soberanista. Digo falsa porque son deslenguados para hacer chascarrillos sobre los múltiples defectos patrios, pero tuercen el gesto y cambian de registro cuando alguien cuestiona al independentismo.

No pretende este artículo poner coto a la libertad de expresión ni cuestionar la ideología de cualquiera de estas personas, pero convendría que tuvieran cierta conciencia sobre un hecho evidente, y es que cuando aparecen en televisión están ejerciendo su profesión, que es la de humorista, showman o como lo quieran llamar. Y quien satiriza con fiereza sobre una de las partes de un conflicto político, pero trata con suavidad a la otra o, directamente, le defiende, pese a que eso le obligue a abandonar su papel de cómico, en realidad no es un humorista, sino un propagandista.

A Toni Soler no se le puede denominar equidistante porque no lo es ni lo pretende. De hecho, está claramente alineado del lado de los independentistas, cosa que es lícita, por cierto. Ahora bien, Soler es otro de los que acostumbra a poner rictus serio cuando se trata de defender el soberanismo, pero a dar rienda suelta a su imaginación en la búsqueda de formas ingeniosas para meter el dedo en el ojo a España.

Soler produce uno de los programas de referencia de TV3, como es Polònia, que ha tenido episodios absolutamente brillantes, pero que, convengamos, resulta más incómodo para una de las partes del conflicto que para la otra, sobre la que emplea el humor light. Tierno. Parece que es lo que se exige en ese medio de comunicación, que ejerce de principal altavoz del independentismo y de defensor de los intereses particulares de los líderes del movimiento.

Como anécdota, cabe recordar que Quim Torra habló hace dos semanas de la existencia de “infiltrados” en los disturbios de Barcelona, que nada tenían que ver con la “gente de paz” que respalda el soberanismo. Pues bien, un reportero de TV3 afirmó el otro día que los vándalos ni eran anarquistas italianos, ni pirómanos ajenos a la causa, sino que eran chavales autóctonos, con acento de Osona. Obsérvese en este vídeo cómo la presentadora del programa corta la conexión con una falsa excusa para evitar que alguien en esta cadena de televisión se saliera de la línea marcada por la Generalitat. El programa, por cierto, está producido por El Terrat, del 'equidistante' Andreu Buenafuente.

Un gran negocio

Los programas del 'irredento' Soler no son especialmente incómodos con el oficialismo, que en Cataluña es el que marca la cúpula del independentismo, con el chiflado de Bélgica a la cabeza. La estrategia de este cómico -la del martillazo a los otros y cosquillas a los propios- es rentable, dado que su productora -que ingresó 67 millones de euros entre 2010 y 2017- tiene como principal cliente a TV3, lo cual demuestra el poco entusiasmo de sus críticas a la Generalitat. Porque, si fuera incómodo, no aparecería.

Sólo entre 2016 y 2017 logró contratos de 13,32 millones de euros de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales. Qué duda cabe que este medio de comunicación es generoso con quienes ejercen de aliados de 'la causa'.

No hay muchos medios en esta comunidad autónoma que estén dispuestos a cuestionar la verdad oficial, dentro del panorama institucional

La Fiscalía de Barcelona abría el pasado miércoles una investigación para determinar si existe un delito de injurias en uno de los gags que emitió hace unos días el programa producido y presentado por Toni Soler, Està Passant. Allí, compararon a los Mossos d'Esquadra con bulldogs y los definieron como “perros agresivos” y “rabiosos”.

El vocal del Consejo Audiovisual de Cataluña, Daniel Sirera, aseguró poco después de su emisión que iba a pedir a este organismo que analizara si el hecho de definir como “analfabetos, malparidos y perros de mierda” a estos policías cumple las misiones de servicio público que tiene asignadas TV3. Francamente, dudo que el Consejo haga nada. No sólo porque en su Pleno hay mayoría pro independentistas, sino porque el propio Torra ha iniciado una campaña contra este cuerpo armado. Y no hay muchos en esta comunidad autónoma que estén dispuestos a cuestionar la verdad oficial, dentro del panorama institucional.

Toni Soler -que es accionista del diario Ara, de los Rodés y los Carulla, entre otros, y que produce el programa de Cuatro 'Todo es mentira'- seguro que es consciente de que cualquier sanción que reciba por este tipo de exabruptos será escasa, dado que las facturas que su productora cobra de TV3 son de mayor importe. Y las condenas, a fin de cuentas, siempre pueden dar paso al victimismo y eso ha sido tradicionalmente rentable en el microcosmos independentista.

La figura de los sátiros fue históricamente apreciada en las cortes europeas y es evidente que no podía faltar en la jurisdicción de la Generalitat, donde siempre se piensa a lo grande. Ahora bien, dudo que hayan existido cómicos con tanta rabia y mal gusto como el tal Soler. Y con los bolsillos más llenos de dinero procedente de contratos públicos. Es lo que hay.

Por cierto, que no deja de ser curioso que algunos de los popes de los medios de Madrid sean tan críticos con que Soler y otros empresarios cercanos al independentismo llenen sus bolsillos de dinero público, cuando sus medios han sobrevivido gracias a pingües remesas de publicidad institucional y favores bajo manga. También es lo que hay.