Lo ocurrido este jueves en el seno del Gobierno no tiene precedentes. A las 12,36 horas "desde Moncloa" se mandaba un comunicado a los periodistas acreditados que, en su punto 3, afirmaba: "En este sentido, el Gobierno espera poder iniciar dicho diálogo en cuanto haya hablado el pueblo catalán y se constituya el nuevo Parlament, así como el nuevo Govern. Cuanto antes se celebren las elecciones y haya nuevo Govern, antes iniciaremos el diálogo".

Esa decisión significaba, de hecho, incumplir el acuerdo firmado con ERC el pasado 3 de enero, que en el apartado tercero del punto segundo establecía un calendario concreto para la constitución de la mesa de diálogo entre el Gobierno de España y el Govern de la Generalitat: "La mesa iniciará sus trabajos en el plazo de quince días desde la formación del Gobierno de España".

Para los republicanos, el anuncio del gobierno de dejar en suspenso la mesa de diálogo era una puñalada trapera. Les dejaba sin argumentos para ir a una campaña electoral que se vaticina cainita y en la que la mejor baza del partido de Puigdemont sería que el diálogo -defendido por sus competidores de ERC- no es más que una trampa del Gobierno de Pedro Sánchez para frenar el referéndum de autodeterminación.

Si lo analizamos con frialdad ese cambio repentino de planes respecto a Cataluña tampoco tenía mucho sentido para el propio Gobierno. Si el pacto con ERC tenía como objetivo (entre otros) que los republicanos apoyaran con su voto los Presupuestos, dejarles tirados a las tres semanas de haber firmado el pacto era tanto como incitarles a votar en contra.

El previsible choque de trenes entre Calvo y Redondo se ha producido mucho antes de lo que se preveía

La explicación dada por el Gobierno para su cambio de postura era poco creíble. Achacar la suspensión de la mesa de diálogo a la convocatoria de elecciones anticipadas es absurdo. ¿Acaso había alguien en España que no supiera que el progresivo deterioro de las relaciones entre ERC y JxC abocaba a elecciones anticipadas?

Como lo que decía el Gobierno no tenía mucho sentido, los malpensados miraron al PSC: con los independentistas a la greña, Iceta podría salir fortalecido. Maquiavélico, pero posible.

Así estaban las cosas cuando, a las 18,55, esta vez desde la SEC (Secretaría de Estado de Comunicación), dependiente del todopoderoso Iván Redondo, se transmitía una nueva nota a los sufridos periodistas que siguen los zig zags del Gobierno. En su punto 4 se afirma: "En este sentido, y para descartar cualquier duda respecto a nuestra voluntad de dialogar, manifestamos nuestra disposición a celebrar la mesa de diálogo entre gobiernos acordada antes de las elecciones catalanas".

Salvo que las dos notas (trasnmitidas con una diferencia de poco más de seis horas) comienzan con el mismo latiguillo ("en este sentido"), no se parecen en nada. Se contradicen abiertamente.

¿Qué ocurrió en ese intervalo? Que el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, acudió a Moncloa para entrevistarse con el presidente Sánchez y mostrarle su indignación y amenazarle con la ruptura total si el Gobierno aplazaba la mesa de diálogo hasta después de las elecciones catalanas (a celebrar posiblemente en el mes de junio).

Al margen de que, con este Gobierno, no hay portada de diario que dure más allá de unas horas, podemos extraer varias conclusiones de este nefasto 30 de enero:

1ª La fiabilidad del Gobierno (incluso para sus socios) ha quedado abrasada.

2ª Desconocemos quién, dentro del Gobierno, marca la hoja de ruta sobre Cataluña. Pero lo que está claro es que alguien metió la pata a las 12,36 horas del mediodía.

3ª Sabemos quién esta detrás cuando se envía una nota desde la SEC: Iván Redondo.

4ª No sabemos quién está detrás de las notas que se envían desde Moncloa: ¿Carmen Calvo, quizás?

5ª Este Gobierno tiene un problema evidente no sólo de estrategia respecto a Cataluña, sino respecto a la comunicación sobre sus planes para Cataluña.

6ª El previsible choque de trenes entre Calvo y Redondo se ha producido mucho antes de lo que se preveía.

Lo ocurrido este jueves en el seno del Gobierno no tiene precedentes. A las 12,36 horas "desde Moncloa" se mandaba un comunicado a los periodistas acreditados que, en su punto 3, afirmaba: "En este sentido, el Gobierno espera poder iniciar dicho diálogo en cuanto haya hablado el pueblo catalán y se constituya el nuevo Parlament, así como el nuevo Govern. Cuanto antes se celebren las elecciones y haya nuevo Govern, antes iniciaremos el diálogo".

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