Dos semanas. Esa es la tregua que Paco de Lucía le dio al tabaco antes de abandonarnos en una playa mexicana justo seis años atrás, el 25 de febrero. Y es que a los Genios de la Música no les puedes andar haciendo pasar por el aro. Ni siquiera por su bien. Cuando él rasgaba sus primeros acordes, y su padre antes que él, para comprar las cuerdas “de tripas” de sus guitarras tenían que hacerlas pasar por un aro, sí. El del calibrador que se llevaban a la tienda para saber si luego iban a encajar. Hasta que un listo en Manhattan inventó las primeras de nylon para Andrés Segovia en 1951.

Tenía que ser el 23 F cuando cumplió 66 Rosendo Mercado (sí, “Rosendo”). Tampoco pasó por los aros que quiso su familia imponerle al matricularle en ingeniería en 1972. Poco tardaría en meterse en otros líos que tenían más que ver con su carrera como músico que con el diseño técnico. Y casi todos con ñ patria: Ñu y Leño. Ahí sigue, en su querido Carabanchel. El autor de Maneras de vivir no ha querido cambiar las suyas para pillarse un chaletazo en Galapagar.

Erentxun nunca quiso pasar por el aro de quienes le decían que esa boca requería cirugía

Han sido también estos días aniversarios de otros grandes conocidos de nuestra música que tampoco quisieron pasar por un aro diferente al suyo. Mikel Erentxun, del día 24, nunca quiso pasar por el de quienes le decían que esa boca requería cirugía. Lejos de eso, su dentadura fue siempre parte de su encanto personal. Ni pasó por el de sus compañeros en Duncan Dhu.

No hubo aro censor por el que pasara David Summers (del día 26) cuando soltó “sufre mamón” en un tema, que, por cierto y contrariamente a la creencia popular, no se llama así. Ese es el nombre de la película producida por su padre Manuel.

Aseguró en la radio mi muy querida y siempre admirada Soledad Giménez (París, 27 de febrero de 1963) que le costó mucho más no pasar por el aro al dejar su eterna banda Presuntos Implicados que el otro divorcio, el que en teoría duele más: el personal.

Su primera canción conocida se inspiró en una idea: “que me dejen en paz”

Pero si un músico y guitarrista que ha nacido en la última semana de febrero forma parte de la Historia Universal de la Música, ese es George. No hace falta que te diga su apellido. El día 25 hubiera cumplido 77 años uno de los “melenudos fabulosos cuatro”. Tenía él solamente 27 años cuando la banda “más famosa que Jesucristo” decía adiós desde el tejado de su casa de discos. Tampoco era partidario de pasar por ningún aro. Su primera canción conocida se inspiró en una idea: “que me dejen en paz”. Una paz que encontró. Sus restos reposan en el fondo del Ganges. No permitió que el “poderoso caballero” de siempre y su aro llamado “financiación” dejaran sin existir un proyecto no-tan-místico-como-él llamado La Vida de Brian. La fina ironía y lo divino no se han vuelto a unir así.

Moraleja: bueno es que antes de pasar por el aro de cualquier calibrador veamos en estas personas nacidas al final de febrero si realmente no sería mejor buscar otras guitarras en las que resonar.

Dos semanas. Esa es la tregua que Paco de Lucía le dio al tabaco antes de abandonarnos en una playa mexicana justo seis años atrás, el 25 de febrero. Y es que a los Genios de la Música no les puedes andar haciendo pasar por el aro. Ni siquiera por su bien. Cuando él rasgaba sus primeros acordes, y su padre antes que él, para comprar las cuerdas “de tripas” de sus guitarras tenían que hacerlas pasar por un aro, sí. El del calibrador que se llevaban a la tienda para saber si luego iban a encajar. Hasta que un listo en Manhattan inventó las primeras de nylon para Andrés Segovia en 1951.

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