Desde el salón de Pasos Perdidos del Senado, seis meses parecen lo menos que se le puede pedir a un imperio o a un estado de alarma. Rodeados de cuadros de juramentos godos y católicas victorias, Pedro Sánchez montó una conferencia de presidentes autonómicos telemática y rococó, donde los pantallones parecían relieves de sarcófagos de reyes. Hasta estaba Ursula von der Leyen como una emisaria del Sacro Imperio con gola de luto.

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