Se diría que Abascal va detrás de Donald Trump como detrás de una mamá pata, por ahí por la política y por Twitter. Yo ya he comentado aquí que el líder de Vox está más cerca de ser nuestro Borat que nuestro Trump, pero él sigue detrás de esa mancha amarilla de plumón y graznidos, llamado por la naturaleza y por esa inigualable cadencia de ancas. Abascal no tiene el dinero, el imperio, los apoyos ni la desvergüenza de Trump, pero puede tirar de bulos y conspiraciones e intentar copiarlo en las redes y en la tribuna mientras espera que la América del peto vaya inspirando a la España del peto. Abascal ya remató su moción de censura (o moción de su censura) con eso de “Dios bendiga a España”, queriendo poner cara de dólar a su cara de duro antiguo. Ahora, tras la noche electoral, ha estado haciéndole el coro a Trump. Un coro de polluelo, claro, que daban ganas de darle alpiste o migajón.
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