El País (en sus ediciones digital y de papel) y la Cadena Ser han sido desde comienzos de la Transición el brazo mediático del PSOE; de un cierto PSOE, todo hay que decirlo. El alma mater del Grupo Prisa, Jesús Polanco, era amigo de Felipe González, quien, junto al histórico ex director del periódico, Juan Luis Cebrián, formaban un cohesionado binomio políticomediático que durante 30 años funcionó como un poder fáctico.

La muerte de Polanco coincidió con el declive del grupo (que en los últimos años ha sobrevivido gracias a los beneficios de la Editorial Santillana, empresa editorial origen del grupo y creada en plena dictadura por el empresario cántabro). La aventura televisiva del Grupo Prisa tuvo un elevadísimo coste. Por otro lado, la llegada al poder de Rodríguez Zapatero en 2004 no significó la recuperación de la influencia perdida durante los ochos años de gobierno de Aznar, sino todo lo contrario.

Miguel Barroso y José Miguel Contreras impulsaron La Sexta animados por el presidente Zapatero como una televisión dirigida al electorado de izquierdas y con el objetivo de desplazar del tablero a Prisa. Posteriormente, la aparición de diarios digitales como Público (propiedad de Jaume Roures) y elDiario.es (dirigido por Ignacio Escolar), enfocados a votantes de PSOE y de Podemos, recortó la capacidad de El País y la Ser como referentes hegemónicos de la progresía española.

Las continuas pérdidas y la caída del valor en Bolsa del grupo lo han convertido en una nave a la deriva. Sus gestores, al contrario de lo que ocurría en los tiempos dorados, son más financieros que empresarios, aunque sus ojos siguen puestos en Moncloa.

Los números no salen y la caída publicitaria provocada por el Covid-19 han empeorado la situación. Hace apenas un mes el Grupo Prisa llegó a un acuerdo con sus acreedores para aliviar el peso de la deuda. Por un lado, el pacto implicaba la venta de Santillana a un grupo finlandés (Sanoma Corporación) por 465 millones. De esa cantidad, Prisa destinaría 400 millones a los acreedores; mientras que el pago del resto de la deuda (casi 750 millones) se aplazaría hasta 2025. Esa negociación aún no está cerrada. Los principales acreedores son HSBC y BNP Paribas (unos 500 millones) y un grupo de fondos, encabezado por KKR (otros 500 millones).

Tanto Santander como Telefónica ven con simpatía una operación que les permitiría salir del capital de Prisa

El principal accionista del grupo es el fondo Amber Capital (20,7%), que está como loco por salirse de la aventura tras haber sufrido ingentes pérdidas. La familia Polanco sigue manteniendo un 7,6% del capital, aunque una parte de las acciones está pignorada por el Banco Santander. El otro accionista relevante, aunque silente, de la compañía es Telefónica (un 9,4% del capital).

Y en esto apareció el empresario Blas Herrero, con el que nadie contaba para aventuras de altos vuelos. El asturiano hizo la operación de su vida con la venta de Radio Blanca, con la que se embolsó, laudo mediante, más de 200 millones de euros -pagados por Telefónica y Atresmedia- en 2006. Además, es el propietario de Kiss FM y puja por adueñarse de Duro Felguera (que nada tiene que ver con los medios).

Herrero tiene 71 años y ha visto una oportunidad piripintada para hacerse con el poderoso grupo mediático a un precio de ganga. Ha ofrecido 200 millones y pretende hacerse con el 33%. Su idea es ofrecer a otros grupos incorporarse a la operación; entre ellos, los actuales accionistas de Prisa. En principio, el único grupo de peso que podría aceptar la oferta es el que agrupa a la familia Polanco (7,6% del capital, como ya se ha dicho). El ADN de Prisa quedaría así garantizado.

Herrero ya ha mantenido contactos con Santander y con Telefónica, que ven con buenos ojos la posibilidad de salir de un grupo que no les ha reportado los beneficios que esperaban. Tanto el banco como la compañía de telecomunicaciones están en disposición de hacer caja, por pequeña que esta sea.

Herrero cuenta con el respaldo financiero de Société Générale y con el asesoramiento de influyentes despachos. Así que no se trata de una broma, sino de una operación seria y meditada.

La idea del asturiano, comenta una fuente cercana, "es agrupar a empresarios individuales, preferentemente españoles, para dar estabilidad accionarial al grupo". "Es un proyecto profesional", insisten.

Sobre Prisa sobrevolaron hace poco otros pretendientes. Se habló del interés de Barroso y Contreras (antaño socios), en buena sintonía con Pedro Sánchez y el entuorage monclovita. También el empresario Jaime Castellanos tanteó posibilidades. Finalmente, ha sido un empresario -al que despectivamente los pijos madrileños llaman "El Lechero"- el que puede llevarse el gato al agua.

No se trata de que esta revolución accionarial -en la que se mantendría el apellido histórico de los Polanco- vaya a cambiar mucho las cosas. Los que conocen bien los entresijos de la operación no dejan lugar a dudas cuando se les pregunta si habrá cambios en la línea editorial del gigante País/Ser: "Para nada". Como en la novela de Giusseppe Tomasi de Lampedusa (El gatopardo), en Prisa la toma del control de Herrero lo cambiará todo... para que nada cambie.

El País (en sus ediciones digital y de papel) y la Cadena Ser han sido desde comienzos de la Transición el brazo mediático del PSOE; de un cierto PSOE, todo hay que decirlo. El alma mater del Grupo Prisa, Jesús Polanco, era amigo de Felipe González, quien, junto al histórico ex director del periódico, Juan Luis Cebrián, formaban un cohesionado binomio políticomediático que durante 30 años funcionó como un poder fáctico.

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