Desbandada en Ciudadanos. Sus militantes se dan de baja justo a dos meses de la cita más importante de la historia de su partido. La formación política que estuvo a punto de dar la campanada en las elecciones generales de abril de 2019, cuando se quedó a tan sólo 218.000 votos de superar al PP, ahora reza para mantenerse viva.

Inés Arrimadas, tan protagonista como Albert Rivera del triunfo de Cs en las elecciones catalanas de diciembre de 2017, se quedó con la pesada herencia de un partido que se hundió, tal vez irremediablemente, en los comicios de noviembre de 2019, planificados por Pedro Sánchez para orillar a Podemos y en los que la víctima colateral fue el partido de centro derecha y, por añadidura, su líder. Arrimadas no quería mirar atrás, sino sólo adelante, y los militantes y votantes de Cs se quedaron sin saber cuál era el análisis de su propio partido de lo que había sucedido en los siete meses que pasaron desde que estuvo a punto de tocar el cielo con los dedos a la hecatombe de los 10 escaños del 20-N.

Ciudadanos era el experimento que a todos convenía hacer fracasar. Al PP porque le disputaba su propio territorio político en un momento en el que la corrupción y la crisis de liderazgo hicieron temblar los cimientos de Génova; para Vox, porque era la derechita aún más cobarde, un partido que podía pactar a derecha e izquierda y, por tanto, poco fiable; para Podemos porque era "el partido del Ibex", y para el PSOE porque suponía un peligro real de que un partido liberal le arrebatase el centro y con él el poder.

Pero los más de cuatro millones de personas que votaron a Cs en la primavera de 2019 lo hicieron porque pensaron que había una opción en la moderación y en la honradez. Aún en el mes de noviembre quedaron 1,6 millones que, pese a los errores que cometió Rivera, volvieron a dar su confianza a Cs, casi como un gesto testimonial.

La partida final se juega en las elecciones catalanas del mes de febrero. Las encuestas son crueles con Cs: la última realizada por el Centre d'Estudis d'Ópinió (CEO), hecha pública el pasado 20 de noviembre, recorta las expectativas del partido naranja desde los 35 escaños logrados en 2017 a 13 o 14. Otras más recientes son aún más pesimistas.

Mantener la cuarta plaza en los comicios de marzo y esos 13 o 14 escaños sería considerado como "suficiente" por la actual dirección de Ciudadanos como para mantener el partido a escala nacional. Un partido, no lo olvidemos, que cogobierna en Madrid, Andalucía, Castilla y León o Murcia.

El peligro sería caer por debajo de esos diez escaños o, lo que es lo mismo, verse superados por el PP o incluso por Vox, cuyas expectativas en Cataluña le permiten soñar con acercarse a los dos dígitos que podría perder Ciudadanos. ¡Parece mentira!

Si Ciudadanos no logra un resultado digno en los comicios de febrero, lo que debería plantearse su líder es la confluencia o fusión con el PP

Si se consumara el desastre no estaríamos sólo ante el principio del fin de un partido que concitó la ilusión en un cambio real de la política en España, sino ante una derrota clara del constitucionalismo en Cataluña. Con el hundimiento de Ciudadanos, la fragmentación del centro derecha y la equidistancia del PSC (un Partido Socialista que apoyó la aplicación del artículo 155 de la Constitución), el independentismo tendrá el terreno expedito para llevar adelante su plan de separación de España, ya sea por la vía lenta (Junqueras), o por la vía rápida (Puigdemont).

Nos guste o no, esa es la realidad a la que nos enfrentamos. Por ello, Arrimadas debería plantearse qué hacer si Ciudadanos no logra mantener el nivel mínimo de subsistencia. Quizás la única opción realista a medio plazo sería la de unir sus fuerzas a las del PP bajo un programa común de centro liberal. Mientras que el centro derecha esté dividido y exista un partido populista como Vox con fuerza y expectativas de seguir creciendo, las posibilidades de arrebatarle el poder a la coalición del PSOE y UP, respaldada por los independentistas, son nulas. Tiene razón Pablo Iglesias cuando afirma que la derecha no va a gobernar en España durante mucho tiempo.

Quizás la única forma de demostrarle al líder de Podemos que se equivoca es que Arrimadas se la juegue y de un ejemplo de responsabilidad en un momento histórico como el que estamos viviendo. ¿Por qué no llevar el sueño regeneracionista de Ciudadanos al partido que ha representado a la derecha en España durante las últimas décadas? Si hay una ocasión para hacerlo, esa es ahora. Pablo Casado estaría encantado. Para él sería la operación que le haría crecer como líder indiscutible del centro derecha español.

Desbandada en Ciudadanos. Sus militantes se dan de baja justo a dos meses de la cita más importante de la historia de su partido. La formación política que estuvo a punto de dar la campanada en las elecciones generales de abril de 2019, cuando se quedó a tan sólo 218.000 votos de superar al PP, ahora reza para mantenerse viva.

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