Si tiene cuatro patas, rabo y ladra como un perro... lo más seguro es que sea un perro. El golpe de mano que se produjo este viernes en la junta de accionistas del grupo Prisa (propietario, entre otros activos, del diario El País y la Cadena Ser) huele que apesta a maniobra política, aunque algunos de los protagonistas principales de la defenestración la atribuyen a las "deficiencias de gestión" del, hasta ayer, presidente del grupo, Javier Monzón.

En principio, la junta extraordinaria -rodeada de medidas de seguridad por temor a que se viera afectada por la ola de ciberataques que se están produciendo en los últimos días- era para acordar la venta de la editorial Santillana al grupo finlandés Samona Corporation. Una operación valorada en 465 millones que se destinarán en su integridad a reducir la pesada deuda del Grupo Prisa, que se eleva a 1.067 millones de euros.

Nada hacía pensar en la caída de Monzón, que se salvó por los pelos en la junta del pasado 29 de junio, gracias a que, en aquella ocasión, Telefónica decidió respaldar al hombre de confianza de Ana Patricia Botín y presidente de Openbank.

La propuesta de destitución ha partido del principal accionista, el fondo Amber, capitaneado por el armenio Joseph Oughourlian, que lleva enfrentado a Monzón desde que este fuera nombrado presidente de Prisa hace dos años.

La propuesta de Amber se justifica por una diferencia de criterio "en la visión de negocio", según expresión del secretario del consejo, Xavier Pujol. Pero el propio Monzón ha rechazado este argumento como "no veraz". De hecho, Monzón no se ha opuesto a la división en dos del grupo, la parte editorial y la de medios, como paso previo a la desinversión. Pero el ya ex presidente de Prisa no ha querido ahondar en las verdaderas razones de su destitución.

La pugna ha sido reñida. En contra de Monzón, votaron Amber, Telefónica y un fondo que controla un 3% del capital. En total, el 52% del 84% del capital presente y representado en la junta. En su defensa, votó el Grupo Rucandio de la familia Polanco (algo más del 8%), el Banco Santander (4%), el HSBC y los empresario mexicanos Carlos Slim (4%) y Roberto Alcántara (4%), entre otros. En total, el 46,1% del capital.

Pensar que el Gobierno ha estado al margen de este golpe de timón en Prisa es una ingenuidad

En principio, Oughourlian ocupará el cargo de presidente de manera interina. Unas horas antes de la junta el empresario armenio y Telefónica barajaron como alternativas a Manuel Polanco, como posible hombre de consenso, y al empresario José Miguel Contreras, fundador de La Sexta y accionista de Infolibre.

De hecho, Telefónica propuso hace unos meses a Contreras que le representara en el consejo de administración de Prisa, ofrecimiento que éste rechazó. Contreras ha negado en conversación con El Independiente que ahora se le haya hecho oferta alguna para presidir el grupo de comunicación más importante de España.

Justo hace un mes, el empresario Blas Herrero (propietario de Kiss FM) presentó una oferta para la compra del Grupo Prisa por unos 200 millones de euros. Tres días después, el consejo de Prisa decidió por unanimidad rechazar la oferta, aunque, en el comunicado que remitió a la CNMV, advertía que evaluaría "cualquier expresión de interés que pueda recibir". Lo cual era como admitir que el grupo estaba en venta.

Hasta aquí, los hechos. Las cuestiones que surgen a partir de ahí son lo realmente importante:

1º ¿Por qué Telefónica ha decidido cambiar su voto y propiciar la salida de Monzón?

2º ¿Era Blas Herrero el caballero blanco de alguno de los grandes accionistas de Prisa?

3º ¿Quién hay detrás del fondo Amber?

4º ¿Puede alguien creer que Moncloa ha permanecido al margen de la operación que supone desplazar del poder en Prisa al Banco Santander?

Pensar que Telefónica, que, aun no siendo pública, es una compañía estratégica y en la que se sienta en su consejo Javier de Paz, un socialista bien conectado con el Gobierno, puede tomar una decisión tan importante sin consultarlo previamente con Moncloa es una ingenuidad.

Probablemente, la oferta de Herrero no era más que una operación defensiva, para evitar lo que ahora ha sucedido. Y es más que factible que el empresario asturiano estuviese animado por el Banco Santander, que ya se olía lo que iba a suceder.

Seguramente, detrás de Amber no sólo se encuentra un reputado empresario armenio, sino quizás algún empresario español, para más señas, aragonés, que tuvo mucho que ver en Telefónica.

Lo que está claro es que lo que ocurra a partir de ahora en Prisa, empezando por el nombramiento del nuevo presidente, si es que Oughourlian deja de ser interino, tendrá que interpretarse en clave política. Ya que, como bien ha dicho Monzón, explicar lo que ha sucedido en este grupo mediático, que es el que sigue mayoritariamente el votante de izquierdas en España, en clave meramente económica no es creíble. Más aún, "no es veraz".

Si tiene cuatro patas, rabo y ladra como un perro... lo más seguro es que sea un perro. El golpe de mano que se produjo este viernes en la junta de accionistas del grupo Prisa (propietario, entre otros activos, del diario El País y la Cadena Ser) huele que apesta a maniobra política, aunque algunos de los protagonistas principales de la defenestración la atribuyen a las "deficiencias de gestión" del, hasta ayer, presidente del grupo, Javier Monzón.

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