Junqueras quiere que lo saquen de la cárcel porque él ama a todo el mundo, ama a España, ama la vida y ama el amor, como Julio Iglesias cuando ponía esos morritos de beber de un porrón de vino, patria y titis. El otro día me equivoqué, Junqueras no ha salido de la cárcel endurecido como un galeote en salazón, como un Sean Connery desencadenado, ni siquiera como el padre de Pipi Calzaslargas volviendo de un cautiverio de loros y bongos. A Junqueras la cárcel lo ha albondiguillado aún más, parece un pez globo sin veneno, ya en el plato, vuelto de costado hacia blandas dulzuras de boniato. Ya no quiere ser mártir, sino que le dejen salir. Antes que el referéndum, pedía la amnistía. Antes que la república, quiere la brisilla. Así son estos valientes partisanos que fueron con tartera a la revolución.

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