El mundo cinematográfico nos tiene acostumbrados a entender que el estereotipo de malote castigador es siempre, al igual que el de las chicas malas, mucho más atractivo.

Y como alguno habrá experimentado en sus propias carnes, puede resultar así en muchos momentos, entre otras muchas justificaciones por un narcisismo en estado superlativo que conduce a estas personas a trabajar mucho más sus armas de seducción y a cuidar con esmero su físico. Pero a su vez, también parece ser cierto que estos encantos son poco duraderos.

Según un estudio del Departamento de Antropología de la State University of New York, la simpatía es el factor más destacado cuando se busca una relación sostenida en el tiempo. Rasgos como la amabilidad, la cercanía, los buenos modales e intereses compartidos, convierten a la pareja en más deseable, llegando a impactar incluso en la propia percepción que tenemos del atractivo físico de la otra persona y anulando aspectos como la juventud, la simetría o el conocido ratio cintura – cadera. El factor determinante en una relación es siempre y en todo tipo de relación, el vínculo emocional.

Por ello, en el mundo empresarial y en las grandes compañías, existe dentro de los departamentos de recursos humanos un área especializada en compromiso. Está función está centrada en mejorar el rendimiento por unidad productiva de trabajo a través de la gestión de las emociones, pues saben que a través de ellas se obtiene una rentabilidad incomparablemente mayor en relación a cualquier otro tipo de incentivo que puedan imaginar.

El truco reside en reducir al máximo la parte mercantil de la relación laboral y en ser honesto. Independientemente del porqué lo hagas, tanto si tu único objetivo es obtener mayor rentabilidad o quieres formar una familia para toda tu vida, sólo tienes que ser generoso y dar más de lo que el otro espera o mejor dicho, más de lo que se merece.

Cuando te dan más de lo merecido, se genera una sensación de gratitud y un sentimiento de deuda y deber incuestionable que resulta muy rentable y ofrece un retorno muy superior al que pueda proporcionar el dinero.

Y lo bueno es que siempre funciona, incluso cuando se conoce el truco de magia…

Debemos ser conscientes que en términos generales el ser humano resulta bastante práctico. Más allá de consideraciones morales, en esta vida y a final de cuentas, el bueno es el que hace cosas buenas y el que te quiere es el que te trata bien y te cuida. No hay más versión que la de los hechos, no importa la búsqueda interna de la otra persona, ¡todos buscamos algo!

El éxito en una relación no está determinado por la naturaleza de la contraparte, sino en como te tratan, da igual que seas bueno o malo. Frank Underwood el malvado e inteligente protagonista de la serie House of Cards, decía que “la generosidad es una forma de poder” y creo que tiene mucha razón. De esta forma, los malotes y las chicas malas también pueden establecer y sacar beneficio de una relación a más largo plazo de lo que están acostumbrados si son lo suficientemente sabios como para ser generosos y esperar.

No debemos olvidar que en esta vida hasta para ser un buen malo hace falta algún talento y el más importante es, adivinen: ser listo.

El mundo cinematográfico nos tiene acostumbrados a entender que el estereotipo de malote castigador es siempre, al igual que el de las chicas malas, mucho más atractivo.

Contenido Exclusivo para suscriptores

Para poder acceder a este y otros contenidos debes ser suscriptor.

¿Ya estás suscrito? Identifícate aquí