Si a alguien le quedaba alguna duda de que la política era un juego de mesa en el que los ciudadanos no somos más que las piezas de un tablero de ajedrez, o mejor dicho, de parchís (que requiere mucha menos estrategia y preparación) los bombazos anunciados por PSOE y Ciudadanos dejan patente lo que importamos a la política los ciudadanos o los votantes.

En medio de una crisis como nunca hemos vivido que se alterna entre sanitaria, económica, institucional y social a diario, nuestro políticos lejos de focalizarse en lo mollar, lo importante y en buscar los consensos necesarios para abordar reformas imprescindibles y urgentes como la educación, la justicia, el modelo de estado o el reparto eficiente y eficaz de los fondos europeos ( de lo que aún no sabemos más que vaguedades) se entregan a luchar por un bien común, no el nuestro sino el de sus partidos intentado arreglar (?) lo que funciona cuando no a añadir leña a un fuego que como en San Juan todos contemplamos con estupor desde la barrera.

Qué resuelven las mociones de censura del PSOE y Ciudadanos en Madrid o en Murcia sino alentar las ansias de poder y revanchismo de la izquierda contra la derecha, o las necesidades de supervivencia de Ciudadanos. Una tabla de salvación para unos y un ejercicio de egolatría para los otros.

¿Cuáles son los problemas que se pretenden resolver en Madrid con una moción de censura? Quizá, supongo, que muy lícitamente los promotores de la moción piensen que con ellos el crecimiento de la economía madrileña -por encima y a distancia de la media española- sería mucho mayor si aplicasen las políticas que con tanto tino ha aplicado la izquierda cuando ha gobernado. Puede que piensen que quizá haber creado en Madrid un espacio económico de alto crecimiento con impuestos a la baja y un gran atractivo para la inversión extranjera sea una ofensa para el resto de España y haya que corregirlo a la baja. Podría ser que tengan un plan para reducir el paro por debajo de 13% actual y alejarlo aún más de la media nacional situada en el 16%. Pero, sobre todo, puede que consideren urgente que los madrileños paguemos más impuestos por los mismos o menores servicios.

De Ciudadanos ahorro los comentarios ya que considero el día de hoy como su certificado de defunción (otra esperanza truncada)

Pronto lo sabremos si, como se pretende, se celebran las mociones de censura y nos cuentan su plan, su alternativa. O serán únicamente un juego de acusaciones y votos con el solo objetivo de eliminar la oposición liberal que ejerce Madrid al modelo socialcomunista que se intenta imponer en España. En cualquier caso, habremos perdido, con moción o sin moción, con elecciones o sin ellas un tiempo precioso. Volveremos a repartir las cartas y, gane quien gane el juego, empezará de nuevo antes de haber hecho nada.

Ríos de tinta inútiles y columnas de humo mediático ocultarán de aquí al
4 de mayo, como ya nos tienen acostumbrados, el debate de lo mollar; es decir, las componendas para gobernar Cataluña y las cesiones del gobierno central, la implantación del un modelo educativo cuyos objetivos nadie conoce, el ansiado reparto de los fondos europeos que se colará de rondón al final del telediario y se ventilará una línea o en una breve frase. Y todo esto, tan solo por las estrategias políticas de unos y otros intentado adelantarse en el parchís.

España, en mi opinión, no está para eso y mucho menos la política para perder otros ocho meses. Estamos para planificar cómo desenredar el nudo de déficit y desolación a que dará el paso el fin de los ERTEs y los ICOs. Estamos para impulsar un modelo económico que revitalice y relance el turismo, la industria y la exportación como se hizo en la anterior crisis.

Estamos para repensar y redefinir el modelo sanitario que tan invulnerable creíamos y tantas otras cosas. Si de eso hablan las mociones de censura, estaré dispuesto a escucharlas, pero les apuesto a que no será así. Queda claro además que si algo podemos reconocer al PSOE en su tenacidad es conseguir día a día dividir a España. Acabar con el multipartidismo y volver a los dos
bloques: izquierda y derecha. Porque después de lo visto hoy en España ya no hay centro. O se es de izquierdas incluida la extrema izquierda que es lo que es Podemos y toda la patulea de independentistas, secesionistas y anarquistas que arrastran a la espalda como rémoras en el PSOE, o se es de derechas signifique lo que signifique la derecha del PP o la extrema derecha de Vox. De Ciudadanos ahorro los comentarios ya que considero el día de hoy como su certificado de defunción (otra esperanza truncada).

Así que, queridos lectores, no se engañen ni se dejen engañar: ya lo han
conseguido, no hay centro. O se vota izquierda o se vota derecha. Los extremos se han escorado tanto hacia los lados de tanto empujar desde el PSOE que no es posible quedarse abierto de piernas entre ambas naves que se separan cada vez más. No es casualidad, creo más bien que es resultado de lo bien planificado.

Es tiempo de concentrar el voto a derechas e izquierdas y volver al centro que tanto se han empeñado en destruir

Volvemos al bipartidismo, pero ahora el de los extremos. O se es de izquierdas, pero se acepta la necesaria pleitesía a rendir a la extrema izquierda, o se es derechas y se traga el sapo de los desvaríos nostálgicos de la extrema derecha. No hay más.

No es momento de exhibir complejos. Ambos bandos en lucha fratricida pero
incruenta esta vez, son lo que hay. Sólo, si como yo, la mayoría de los españoles
añoramos al ansiado centro moderado, sensato y con visión de estado tenemos en nuestra mano cambiar esta situación con los votos. Los partidos no lo harán.

Es tiempo de concentrar el voto a derechas e izquierdas y volver al centro que tanto se han empeñado en destruir y entonces, desde la moderación, el consenso y el entendimiento, hacer país, libres de extremismos inviables e indeseables. Esto no da para más. Abajo las máscaras; seamos activistas de lo queremos y no de lo que quieren los partidos y forcémosles a virar a lo sensato… con nuestros votos.

Si a alguien le quedaba alguna duda de que la política era un juego de mesa en el que los ciudadanos no somos más que las piezas de un tablero de ajedrez, o mejor dicho, de parchís (que requiere mucha menos estrategia y preparación) los bombazos anunciados por PSOE y Ciudadanos dejan patente lo que importamos a la política los ciudadanos o los votantes.

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