Veía yo hace poco llorar a Juanma Del Rey, hijo y titular de uno de los rincones en los que más se siente la raza ibérica en forma de ritmos y melodías. Y lo hacía, emocionado, con motivo de la reapertura del Corral de la Morería, coincidiendo con su nada menos que 65 aniversario. El tablao con más solera del planeta, y por lógica, del Universo, tiene en sus paredes los ecos de las cuerdas de las primeras figuras de la guitarra.

Y lloraba el hombre porque recordaba la anécdota de cierto grupo musical que dejó atrás a uno de los suyos toda la noche, hablando con los tocaores que le deleitaron con ese instrumento musical que la voz humana trata de imitar con sus pequeñas cuerdas vocales. El grupo era Beatles y el curioso infiltrado en el corral era el propio Lennon.

Ya conté cómo se le iluminaron los ojillos al bueno de Mark Knopfler al hablar de su colección de españolas. Las guitarras, claro. Y también ocupé esta columna otro día con la espectacular vida y fin del mejor. Don Paco de Lucía le dio barniz al oficio de hacer magia con un poco de madera y seis cuerdas.

Don Paco de Lucía le dio barniz al oficio de hacer magia con un poco de madera y seis cuerdas

Listas ha habido siempre. Y colecciones ordenadas, también. En este caso hay que remontarse a 2011 para encontrar un buen consenso entre los especialistas del instrumento más español después de las castañuelas. En esa ocasión se coronó a alguien que no pudo saberlo por no pertenecer a nuestro mundo de los vivos cuando se le nombró número uno. El legendario destroza-guitarras de sangre cheroqui Hendrix fue entonces el mejor para los mejores.

Puestos a pensar en una pieza que ambientara este texto homenaje a la dignísima hija del laúd, era lógico dejar caer una de Tomatito con el gran Camarón. Pues voy y me encuentro con que publican un concierto inédito de ambos… en el festival de Jazz de Montreux. Toma ya Tomatito y Camarón.

Pero claro, para nuestra preciada y cultivada lista de canciones habría que buscar algo menos “hardcore” para los menos acostumbrados a nuestras propias raíces. Justamente en este momento, frente a mí, una sevillana criada en Cádiz me pregunta por qué no hemos hecho sitio todavía para el maestro Vicente Amigo, por ejemplo. Buena pregunta.

Tocaor nacido en Guadalcanal (Sevilla) se graduó como genio en el 88 ganando en La Unión, como muchos buenos. Lo demás ya es un continuo triunfar en su vida, con paradas en Estados Unidos, Cuba y hasta en Pekín.

Si Juan Ramón Jiménez pudo hacer poesía con un burro, a ver por qué Vicente Amigo no puede hacerlo con la guitarra

Si Juan Ramón Jiménez pudo hacer poesía con un burro, a ver por qué Vicente Amigo no puede hacerlo con la guitarra. Pues la hace, porque resuena como letras y frases cuando puntea, o hace lo que quiera con ella. Lo atestiguó en vida nada menos que Alberti, asegurando que “jamás nadie había logrado hacer temblar de ese modo sus versos”. Ahora de lo que se trata es de hacerla amable para el respetable heterogéneo, que no querrá estridencias. Venga, pues a por una suavecita. Una que parece hablar. Una que mezcla dulzura con carácter.

“Tres palabras para decir te quiero” es una buenísima incorporación a nuestra playlist. Palabras, que, por cierto, no se pronuncian. El experto musical te dirá que los cuatro primeros compases forman una cadencia en la tonalidad de Mi menor, para pasar a un Sol mayor. Y eso sí que nos ilumina el alma. Viva el Sol. Y si es mayor, mejor.