Ximo Puig ha querido reivindicar que “fuera de Madrid hay vida inteligente”, y eso significa que está dolido más allá del dinero, está dolido como estaría dolido alguien de Lepe o alguien que toca la viola (los chistes de violas son los chistes de Lepe de los músicos). Ha criticado lo del dumping fiscal pero lo que más rabia le da, por lo visto, es que Madrid se lleve la fama de la inteligencia, del talento y hasta de la gloria de torero o de cupletera que da la capital. Yo creo que a Puig sólo le reconforta ya la contradicción, porque Madrid no puede ser a la vez faro de la inteligencia y un poblachón de chusqueros y fascistas donde gobierna la flamenca del Whatsapp. Ni puede ser, al tiempo, separatista y centralista. También es bastante ridículo que hablen de privilegios los que tienen a los indepes como de convidados en un mesón castellano y nunca protestaron por los fueros medievales de Navarra y País Vasco. Pero a lo mejor Puig toca la viola, o la gaita del pueblo, y eso no deja de escocer nunca.

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