Las primeras semanas de cada verano político suelen albergar algunas tradiciones que, por más años que pasen, se repiten invariablemente. Una de ellas es la del tradicional balance presidencial, tras un terrible ejercicio marcado por la pandemia y por la crisis económica. Una alocución en la que el responsable del Ejecutivo da cuenta de sus logros y de sus … ¿fracasos? al frente del Gabinete, tras un año, repito, extremadamente complejo.
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