¡Venga ya! Es el primer latigazo que mi conciencia me dispara al ver las melodramáticas imágenes de ese Messi que no se quería marchar del Barcelona pero que al día siguiente ya fichaba por el PSG. Se que con esta reflexión voy a tocar la única fibra sensible que de la piel de tortuga de los españoles no se ha hecho resistente aún y que es la del fútbol y sus ídolos.

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