Finalmente, los peores y más terribles augurios se han hecho, tristemente, realidad. La ocupación militar de Afganistán, que comenzó hace casi dos décadas como consecuencia del atentado más pavoroso que recuerden los siglos, y que transformó el mundo para siempre -desde aquel maldito 11 de septiembre de 2001-, ha concluido con otro atentado. Uno de menor cuantía en cuanto al número de víctimas, 60 muertos y más de 150 heridos, pero igualmente deleznable. Se cierra así el dramático círculo que confirma la historia de un fracaso real, vergonzoso y sin paliativos: el del autodenominado mundo libre, incapaz de luchar con éxito contra una barbarie y un fanatismo global que pretenden devolver a millones de personas a las cavernas.

Contenido Exclusivo para suscriptores

Para poder acceder a este y otros contenidos debes de ser suscriptor.

¿Ya estás suscrito? Identifícate aquí