Pablo Casado llega mañana a su meta en la plaza de toros de Valencia con los deberes hechos. A su cuaderno le falta sólo incluir su discurso final para cerrar cuatro largos meses de preparativos de esta Convención itinerante a la que los organizadores han logrado sacarle rentabilidad en cada una de las paradas de la gira por las distintas ciudades de España en cuyas comunidades autónomas gobierna el Partido Popular: Santiago, Cartagena, Madrid, Valladolid y Sevilla.

En todas ellas ha obtenido el apoyo cerrado y sin la menor fisura de los barones respectivos, todos ellos, menos José Luis Martínez-Almeida, presidentes de sus respectivas comunidades y presidentes regionales del partido. En el caso de Madrid, el protagonismo del alcalde en la parte madrileña de esta convención itinerante tenía la explicación de la ausencia de la presidenta Isabel Díaz Ayuso, de visita en Estados Unidos.

El enfrentamiento entre la dirección nacional del PP y la presidenta de Madrid parece haberse cerrado en vista de los efectos desmovilizadores que ha producido en la opinión pública

A esas alturas, pero hace tan solo tres días, el mayor error de los varios que los responsables han cometido en estos meses había quedado superado, al menos momentáneamente. El enfrentamiento público entre la dirección nacional del PP y la presidenta de Madrid a cuenta de quién debería presidir el partido en esta Comunidad parece haberse cerrado en vista de los efectos desmovilizadores que han producido en la opinión pública si tenemos en cuenta los sondeos de opinión que se iban conociendo a medida que las tensiones entre Génova y la Puerta del Sol iban en aumento.

Pocas veces se ha producido, también en la opinión publicada, una coincidencia mayor a la hora de considerar letal para los intereses del Partido Popular y fundamentalmente suicida para Pablo Casado ese enganche entre Isabel Díaz Ayuso y Teodro García Egea, secretario general del PP.

Independientemente de que hay también acuerdo general en que la presidenta madrileña no puede ser la excepción de una regla no escrita pero de plena vigencia en el seno de ese partido según la cual quien ostenta el liderazgo en el gobierno autonómico lo ejerce también en el plano orgánico de la formación política, la discusión a este respecto en vísperas de la entronización de Casado como alternativa real al Gobierno presidido por Pedro Sánchez evidenciaba un grado tal de cortedad, de pequeñez y de miopía políticas verdaderamente inexplicables, entre otras cosas porque perjudicaba de lleno la imagen del propio presidente del PP. 

Han tardado pero al final se han dado cuenta de que era mejor enterrar el hacha de guerra antes de que unos y otros tuvieran que arrepentirse por el daño causado a su propio interés.

Todos han echado el freno a tiempo aunque todavía quedan encendidos algunos rescoldos que se apagarán definitivamente, o no, mañana en Valencia

Y así tenemos a una Isabel Díaz Ayuso anunciando a los cuatro vientos que acude a Valencia a prestar su apoyo incondicional a su presidente y a la hace unos días muy beligerante Esperanza Aguirre sentándose al lado de Pablo Casado y expresando públicamente también su firme respaldo al líder. Todos, unos y otros, han echado el freno a tiempo aunque todavía quedan encendidos algunos rescoldos que se apagarán definitivamente, o no, mañana en Valencia. Lo veremos.

Zanjada esa batallita lamentable y dañina, hay que registrar el éxito de Casado por haber concitado el apoyo, también sin fisuras para el objetivo que se perseguía, de los ex presidentes del partido Mariano Rajoy y, sobre todo, de José María Aznar a quien más de uno y más de dos en la dirección nacional temían más que a un nublado.

No estaba claro por qué registro iba a salir el político que apoyó desde el principio a Casado pero que no suele callarse sus opiniones críticas si cree que los suyos se están equivocando. 

La demostración del apoyo unánime de los suyos culminará con las mesas de debate de los presidentes autonómicos, regionales y provinciales

Aznar, sin embargo, dio en Sevilla un espaldarazo rotundo al joven presidente del PP a quien exhortó a actuar con valentía y determinación cuando acceda a la presidencia del gobierno, algo sobre lo que él no alberga, según dijo, ninguna duda. La demostración del apoyo unánime de los suyos culminará con las mesas de debate de los presidentes autonómicos, regionales y provinciales.

Otra prueba superada, pues, para Pablo Casado, con lo cual puede concluirse que una de las tareas más complicadas y de resultados más inciertos, como era la recuperación de la unidad del partido en torno a su persona como líder reconocido y aceptado por todos dentro del PP, se ha logrado. 

Era esa una operación ciertamente difícil, teniendo en cuenta que el PP venía derrotado y humillado en las urnas -las generales y las catalanas-  y que se encontraba acosado por multitud de procesos judiciales en el que el partido era acusado y en algunos casos condenado ya por corrupción.

Esa secuencia sigue su curso pero con cada vez menor capacidad de dañar a esta nueva hornada de dirigentes populares. Y las tensiones internas que apuntaban en dirección creciente se han apaciguado gracias en muy buena parte a la victoria arrolladora de la señora Díaz Ayuso que dio un vuelco no solamente a las perspectivas electorales de Pablo Casado sino al estado de ánimo de la militancia en toda España.

Resueltas con bien las cuestiones domésticas, ahora queda asegurarse un perfil político que le confiera la solidez imprescindible para transmitir a la opinión pública la impresión de que es merecedor de su confianza y de su apoyo.

Y eso, aunque los sondeos dibujan unas buenas perspectivas para él  para su partido, es alqo que está pendiente de lograr. Tiene poco más de un año para conseguirlo porque, cuando se entre en el último tramo antes de las elecciones, lo que no esté hecho no se podrá ya hacer.

De modo que el discurso que va a pronunciar mañana en el coso valenciano, lejos de ser la culminación de nada es justamente el principio de su recorrido hacia el lugar desde el que, si consigue alcanzarlo, podría aspirar, entonces sí, a ocupar el poder elecciones mediante.

No tiene de momento nada asegurado salvo el aliento de su propio partido. No es poco pero está muy lejos de ser suficiente.

Pablo Casado llega mañana a su meta en la plaza de toros de Valencia con los deberes hechos. A su cuaderno le falta sólo incluir su discurso final para cerrar cuatro largos meses de preparativos de esta Convención itinerante a la que los organizadores han logrado sacarle rentabilidad en cada una de las paradas de la gira por las distintas ciudades de España en cuyas comunidades autónomas gobierna el Partido Popular: Santiago, Cartagena, Madrid, Valladolid y Sevilla.

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