No hay mayor tortura urbana que los colapsos de tráfico, cláxones sonando, caos en el barrio, los vecinos con problemas psicológicos, ansiedad y mal humor al llegar a casa tras el trabajo. Imagínese sufrir esta situación durante 630 días seguidos, durante más de dos años, día tras día y sin descanso. Cada día y a la misma hora punta, sobre las 20 horas, un grupito de 15 o 20 vecinos cortan una de las arterias principales de Barcelona, la Avenida Meridiana. Permanecen así durante hora y media reclamando, dicen, la independencia de Catalunya.

Todo empezó un 19 de octubre del 2019, una concentración de un centenar de personas cortó esa Avenida, eran días de barricadas en las calles, saqueos de comercios y Mossos heridos por la extrema violencia de los manifestantes. Pero los disturbios en la ciudad cesaron, excepto en ese cruce de la ciudad. Los políticos volvieron a sus escaños, los presos indultados a sus casas y Rufián regresó a su coche oficial en Madrid, pero la Asamblea Nacional de Catalunya consideró que el corte de tráfico en la Meridiana se había convertido en un símbolo, además bloqueaba buena parte de la ciudad, de forma que con muy poco, hacían mucho ruido. Cada día desde entonces y hasta hoy se ocupa de pedir permisos de manifestación a diario, se lo permiten por ser quien es, a nadie más le darían ese permiso diario durante tanto tiempo. La dictadura de la ANC sobre este barrio trabajador que fue durante años mi barrio, no tiene parangón en ninguna capital europea, en ninguna otra ciudad de Europa les permitirían provocar tal caos tan pocos manifestantes y durante tanto tiempo. Son muchos los que están convencidos que la docena de jubilados que siguen cortando el tráfico a diario están pagados por la ANC, solo así se entiende su obcecación y fanatismo, haciendo tanto daño al vecindario. Lo llaman “movimiento vecinal” cuando es falso, los miles de vecinos de este barrio obrero no les quieren, solo callan, soportan y sufren, porque saben que están solos, la ley no está con ellos ni defiende al pacífico, sino que alienta al violento.

Los que se manifiestan extrañamente lo han olvidado y se hacen selfies con Arnaldo Otegui cuando visita Barcelona

Los cortes de tráficos se hacen enfrente del Parking de Hipercor, en el que ETA cometió el peor de sus atentados, 21 muertos. Los que se manifiestan extrañamente lo han olvidado y se hacen selfies con Arnaldo Otegui cuando visita Barcelona. A las concentraciones de los cuatro de Meridiana han asistido otros terroristas como Fredi Bentanachs, gritando desde allí “Que vuelva Terra Lliure”. Con sus 64 años a cuestas recuerda viejos tiempos, cuando era entrenado por ETA para matar y cumplió pena de prisión por ello. Esta es la calaña “democrática” que acompaña a los pocos jubilados que cortan la Meridiana.

La alcaldesa ausente de Barcelona, Ada Colau, dice que la responsabilidad es del Consejero de Interior, pero es su Guardia Urbana la que corta el tráfico, solo 15 personas no podrían hacerlo, y su policía la que multa a los sufridores conductores cuando hacen sonar su claxon. Si, sorprendentemente los multados son las víctimas, no los provocadores del caos de tráfico.

El Conseller de Interior mira a otro lado porque ya le va bien mantener a la ANC contenta, Joan Ignasi Elena es tan cínico que manifestaba hace unos meses “Tienen los permisos y se enmarca en el derecho de manifestación”. Curiosamente cuando queman mobiliario urbano o provocan daños en vehículos, su Consellería no abre expedientes ni identifica a los autores, es fuego amigo. Dan ganas de publicar la dirección de la casa familiar del Conseller en Vilanova i la Geltrú o la de Colau cerca del templo de la Sagrada Familia, y que comprueben en sus calles el derecho a manifestación de 15 personas durante dos años.

Esta noche como cada noche, volverán a cortar la gran Avenida y se lo permitirán, de nuevo ambulancias y bomberos quedarán colapsados sin poder acudir a una llamada urgente, miles de vecinos no llegaran a tiempo a una cita, un trabajo o a su casa, como lleva ocurriendo hace dos años. Es la dictadura independentista que se sabe protegida por el poder político, intocable por las fuerzas de seguridad, inmune a las críticas. Son los intocables, los elegidos.