Cuca Gamarra, que el otro día se encasquillaba mucho en la tribuna del Congreso, como corresponde a una recluta de la guerra de Putin y de la guerra del PP, va a ser la nueva Secretaria General. Feijóo les ha pasado de la teodocracia al liderazgo de comodita, que a uno Cuca Gamarra siempre le ha parecido una política de comodita, como una foto de comunión de su partido, ni fuera de lugar ni haciendo nada extraordinario, sino cumpliendo con el canon y las visitas. Por eso sabemos que Feijóo no va a tener valido, no va a dejar todo el partido a su segundo, como hizo Casado con Egea para quedarse él ensayando discursos con candelabro ante el espejo. Feijóo va recolocando lo que tiene, que no parece mucho. Mueve a Gamarra como para limpiar el polvo, igual que se mueve la foto de comunión, o recurre a veteranazos o castúos del PP, como Teófila Martínez, que ya no salía ni en las chirigotas de Cádiz. Se diría que Feijóo no ha heredado un partido sino un desván.

En el PP parece que se les ha ido una generación entera, la generación perdida, la generación de la guerra habría que decir. O sea, la generación de Casado, o más bien de Egea, que mientras su jefe se preparaba muy aplicadamente las oposiciones a presidente o a difunto, se dedicaba a colocar a sus fieles hasta en las conserjerías de los polideportivos. Lo de sus fieles no es una manera de hablar, que ya sabemos que Teodoro, con esa cosa suya de mayoral de finca de toros y perdices, sólo contrataba braceros de boina en la mano, de cogote cornigacho y de aguinaldo a cambio de misa. Sólo se salvó Moreno Bonilla, lo que quedaba del sorayismo, esa corriente que estaba entre nueva tecnocracia y el culto a Soraya como una especie de diosa mantis egipcia. Moreno se salvó porque ganó unas elecciones que nadie pensó nunca que ganaría, si no, ahora estaría Feijóo reclutando a Javier Arenas como si reclutara a Karina, que yo no lo descarto (ni lo de Arenas ni lo de Karina).

En el PP parece que se les ha ido una generación entera, la generación perdida, la generación de la guerra habría que decir. O sea, la generación de Casado, o más bien de Egea

Feijóo anda buscando por el desván, como si buscara una lámpara mágica, pero sólo le sale un tío de la Guerra de Cuba, una dama a rayas de caseta de playa a rayas, o una lectora dominical de carta a los corintios. O sea, González Pons, Teófila o Cuca Gamarra, una portavoz que por cierto lee mal en la tribuna del Congreso, que es como leer mal en el Telediario, o leer mal ante el señor obispo o ante el propio apóstol. Cuca Gamarra no es exactamente una veterana, al menos de esos veteranos orteguianos que parece que busca ahora Feijóo. En realidad, Cuca Gamarra sigue siendo un símbolo teodocrático, por esa especie de movimiento de ajedrez de madera que hizo el casadismo comiéndose el caballo griego que era Cayetana con el peón/aparador de estilo Remordimiento que es Cuca. Pero esto es casi más preocupante, porque parece que se busca que Cuca haga de puente con ese partido perdido, esa generación perdida, reconociendo efectivamente que el PP está perdido.

Todo el PP está perdido, o por reconquistar, que viene a ser lo mismo, y a Feijóo sólo le quedan los reservistas con pantufla y escayola de abuelo Cebolleta. Con razón tienen que llamarlo “política adulta” y cosas así, es que no tienen otro remedio viendo el desfile de nombres, que es como una exposición de armaduras o de carracas. Feijóo se tiene que saltar una generación, o dos, aunque a uno todavía le cuesta creer que la teodocracia, pringosa y tridentina pero aturrullada, haya tenido tanto poder y tanto tiempo para esta demolición o infestación. En el PP de Feijóo parece que no hay nadie válido que no haya conocido el desván donde estaba el baúl de Karina, y donde ahora Feijóo busca gente como el que busca una capa, una rueca o un sombrero hongo. En el PP, fíjense, no hay ahora por lo visto ni conversos. En el PSOE, hasta los susanistas de misa rociera susanista se convirtieron rápidamente en sanchistas, que ya se sabe que es difícil ser fiel a los muertos. ¿Qué clase de fidelidad o hechizo mantendría a casi todo el PP sometido a un emparedado lírico como Casado o a un Richelieu de pacharancito como Egea?

Feijóo busca en el desván, saca un molinillo de café casi como una locomotora, un espejo de azogue como un joyerito con fantasmas dentro, un reloj de cuco como todo un país de Tolkien; aún intenta aprovechar un velón de catacumba, o una plancha de hierro fundido casi etrusca; aún intenta recolocar en la decoración esa foto de comunión con el marco como un hojaldre monjil de plata falsa, flamígera y dulce. Le sirve casi cualquier cosa, porque lo demás que queda en el PP es peligroso. Y a mí me da que eso tan peligroso que queda en el PP y que Feijóo quiere apartar o enterrar tiene que ver más con el PP liberal y/o antinacionalista y/o cañero, con Ayuso y Cayetana por ejemplo, que con las sufridas novias de opositor de Casado o con los compañeros de cena de mesón de Egea.

Cuca Gamarra, que el otro día se encasquillaba mucho en la tribuna del Congreso, como corresponde a una recluta de la guerra de Putin y de la guerra del PP, va a ser la nueva Secretaria General. Feijóo les ha pasado de la teodocracia al liderazgo de comodita, que a uno Cuca Gamarra siempre le ha parecido una política de comodita, como una foto de comunión de su partido, ni fuera de lugar ni haciendo nada extraordinario, sino cumpliendo con el canon y las visitas. Por eso sabemos que Feijóo no va a tener valido, no va a dejar todo el partido a su segundo, como hizo Casado con Egea para quedarse él ensayando discursos con candelabro ante el espejo. Feijóo va recolocando lo que tiene, que no parece mucho. Mueve a Gamarra como para limpiar el polvo, igual que se mueve la foto de comunión, o recurre a veteranazos o castúos del PP, como Teófila Martínez, que ya no salía ni en las chirigotas de Cádiz. Se diría que Feijóo no ha heredado un partido sino un desván.

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