Tezanos ya no es Tezanos, el fraile de las cocinas con fideo de barba y sopa de cordoncillo, el horoscopista que se equivocaba siempre como un meteorólogo de los milagros, el matemático inverso de los universos dados la vuelta como sombreros de Minkowsky. Tezanos ya no es Tezanos, ese como san Cirilo del cirílico de Sánchez, de su alfabeto y sus números raros, volteados, reverberantes y crucíferos; ese gnomo de jardín de la Moncloa, protector y soso, entre hada y buscador de setas. Tezanos ya sólo dice lo mismo que cualquier encuesta, que no sé qué le ha pasado, si ha descubierto ahora la precedencia correcta de las operaciones aritméticas o la belleza de la verdad. El caso es que hasta Tezanos pone a Moreno Bonilla cerca de la mayoría absoluta, con lo que no sé si el barco se hunde y hasta los matemáticos huyen, como arquitectos del faraón, o es que su exactitud al equivocarse lo convierte en invocador del prodigio, de la movilización, de la remontada y de Juan Espadas, otro buscador de setas.

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