Putin, que va perfeccionando en sus comparecencias una pinta como de Rumpelstiltskin subido a un taburete, ha vuelto a sacarnos las armas nucleares como el abuelo que saca la garrota, o la pata de palo hecha garrota, entre la ira, la impotencia y el batacazo. Y es que Putin ya no tiene otra cosa que sacar, es como cuando el Dúo Sacapuntas o la Bombi sacaban su estribillo en el Un, dos, tres, una cosa esperada y agotada que todo el mundo coreaba mientras el actor hacía mutis por aquel decorado con chulapos de macetero o corsarios de desayuno en el que el personaje se disolvía hasta el siguiente estribillo. Armas nucleares, o al menos su sombra ojival, su amenaza presente, invisible, obsesiva, como la Pelos para Beatriz Carvajal… Pues claro que Putin saca las armas nucleares, no nos va a amenazar con sus bandas de música, por mucho que en ellas parezca aglomerarse toda la marcialidad y la metalurgia que les queda.

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