Yolanda Díaz parece que quiere ser Felipe González, que es como si quisiera ser Lola Flores. Díaz ha comparado su proyecto con aquel PSOE de la rosa aclavelada y el lerele, que quizá era un PSOE un poco jerezano y renegrío, como la Faraona. Lo que pasa, claro, es que Felipe y Guerra sí sabían lo que querían hacer con España, y Díaz no. Aquel PSOE que nos modernizaría como a zurriagazos tenía pensada su España casi desde la foto de la tortilla, donde por cierto no había tortilla sino, por lo que cuentan, patés y quesos que les habían regalado en Francia (ahí se veía ya una izquierda más afrancesada que castiza y más intelectual que menestral). Yo creo que la tortilla metafórica era España, esa vieja España con su hambre velazqueña y sus olivos fenicios que había que transformar en Europa y en democracia, o al menos en partitocracia. Pero Yolanda no tiene su España ni pensada ni a medio cocer, todavía no sabe qué hacer y, lo más curioso, cree que no tiene que saberlo, sino que se lo tiene que decir la propia España al oído, como una princesa con caracola o ranita. Más o menos igual está Olona, a la que quizá le falta que le hable también su mito, su mentor o su pajarito.

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