Sabe que ha cometido un error pero no reconoce su culpa. Ni ella ni su docena de asesores vieron venir la que se les venía encima provocando con su ley la liberación de agresores sexuales y violadores. Pero nunca reconocerá su error, igual que fue incapaz de rectificar sus palabras cuando afirmó que un menor decide con quién tener relaciones sexuales, aunque sean con un adulto. Ella no se equivoca nunca. Se sabe en el punto de mira y eso la hace más fuerte, aunque su fortaleza aparente es del todo falsa, no solo tiene dudas, sino que de puertas adentro no sabe qué hacer ni qué camino coger para salir de esta.

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