La portavoz de Ciudadanos es una excelente parlamentaria que golpea allá donde más le duele al Gobierno. Ya fue muy buena como candidata a las elecciones catalanas de 2018, tan buena que ganó esas elecciones pero no pudo gobernar porque, establecida la mayoría absoluta parlamentaria en 68 escaños, los independentistas sumaban 70.
Aún así se le reprocha a la señora Inés Arrimadas y al entonces presidente Albert Rivera que no hubieran ni siquiera planteado una exposición o un debate, dado que ella era la ganadora de las elecciones, al Parlament, que retara así a las fuerzas secesionistas en el seno de la Cámara.
La explicación a esa negativa a exponer su programa me la dió hace relativamente poco tiempo alguien, no recuerdo quién: para que la Mesa del Parlament y a su vez la Junta de Portavoces tome en consideracíón, es decir, admita, ese debate, tiene que evidenciarse que cuenta con los apoyos necesarios para llevarlo a cabo con éxito.
No es un debate más, es un debate de investidura.
E Inés Arrimadas, con 37 diputados a su espalda hizo lo mismo que Salvador Illa, con 33, que también ganó las elecciones de 2021 pero tampoco se presentó a un debate para el que no tenía los apoyos suficientes, dejaron pasar esa oportunidad, aunque en realidad la Mesa de la Cámara no se lo permitía.
A partir de ahí se han ido sucediendo los errores en Ciudadanos, errores que no vamos a repetir porque los hemos enumerado mil veces.
El caso es que, llegados a este punto, en vísperas de las elecciones autonómicas y municipales Ciudadanos, un partido necesario si no hubiera cometido un error tras otro, se desangra por los cuatro costados.
El último episodio ha sido el de la candidatura de Madrid, con una Begoña Villacís que se ofreció como refuerzo de José Luis Martínez-Almeida, pero dentro del PP, aunque ella ahora lo niegue y que al final reconvertida de nuevo en candidata de Ciudadanos, ha visto como se le descolgaban de la lista un número importantísimo de concejales, tantos como que sólo repiten cuatro de ellos.
Pero si consiguen aguantar en Madrid y si consiguen dos o tres concejales, Almeida tendría muchos motivos para estarle eternamente agradecido porque se evitaría pactar con Vox y con Javier Ortega Smith si la política de los verdes sigue igual que en la legislatura que ya ha terminado.
Ella se aferra al ejemplo de los liberales alemanes que, efectivamente, desaparecieron en su día del Parlamento alemán y ahora están formando gobierno
Ahora mismo Arrimadas no tiene futuro, sencillamente. Desde luego no lo tiene como líder de Ciudadanos porque esa pantalla ya ha pasado, como se dice ahora. Ella se aferra al ejemplo de los liberales alemanes que, efectivamente, desaparecieron en su día del Parlamento alemán y ahora están formando gobierno, no sin abundantes problemas, todo sea dicho.
Pero es que aquí se le están yendo al PP en masa y ella ha decidido ahora trasladarse a Jerez para estar más acompañada por la familia. En cuanto pasen las elecciones de mayo hará pública su decisión, sea la de mantenerse en Ciudadanos o sea la de abandonar la política.
Pero lo que ha dejado muy claro es que por nada del mundo pasaría a engrosar las filas del PP, un partido que la acogería gustoso aunque tampoco sabría donde ponerla. Como líder del PP por Cataluña no, porque ya salió corriendo de allí, aunque podamos comprender lo duro que debió ser salir cada día a la calle y soportar el clima hostil del independentismo en cada esquina. Y porque con su marcha defraudó a muchos votantes.
Como líder andaluza no, porque ya tienen uno que preside la Junta.
Como candidata por Madrid tampoco, porque tienen a la mejor presidenta para la comunidad.
Siempre tendría un hueco Alberto Núñez Feijóo para tan buena parlamentaria.
Podría ir en la lista de Madrid, pero es que ella no quiere incorporarse al Partido Popular.
Lo ha dicho ya unas cuantas veces.
Podrá Ciudadanos aguantar el tirón que van a suponer los comicios de mayo, pero puede que llegue diciembre y el partido no tenga a nadie a quien convocar porque se haya quedado sin votantes.
Lo más probable es que ella deje la política.
A mí lo de volverse a Jerez me da muy mala espina.
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