Estamos perdidos si, como parece, las impresiones de los socialistas son buenas en relación con Junts. Ya sabíamos que nada se podía esperar del encuentro de Alberto Núñez Feijóo con Pedro Sánchez. De todos modos, cabía una pequeña esperanza por si las moscas.
Pero que los negociadores socialistas tengan una buena sensación de los contactos con Junts acaba con la minúscula esperanza de que todo se arreglara en el encuentro entre los dos ganadores de las elecciones.

Uno más que otro pero ese uno sin los apoyos necesarios que sí tiene el otro por más que nos pueda irritar a quienes consideramos que tanto Junts como ERC y no digamos ya EH Bildu pertenecen a la categoría de rompedores de la unidad de España.

Pero de entre todos ellos Junts es el que más vómitos nos produce en este momento porque está dirigida por un señor que es prófugo de la Justicia española y que ha porfiado en mantener su situación hasta que le ha sido posible y que en estos momentos está en precario. Claro que EH Bildu juega en otra liga a la que ni ERC ni Junts llegarán nunca.

Pero eso no le impide negociar aunque sea por vía intermedia nada menos que un referéndum de autodeterminación y la concesión de una amnistía para más de 4.000 personas implicadas en diferentes grados en el golpe de Estado desde dentro de las instituciones que se dio en septiembre de 2017.

En cualquier caso, nada se podía esperar de una entrevista que había sido pedida por el ganador de estas elecciones y concedida por el que sabe que cuenta con los apoyos necesarios para ser investido y que está jugando al ratón y al gato con quien le ruega, le ha suplicado más bien, un pacto de dividir la legislatura en dos mitades: dos años para ti, otros dos para mí.

No tiene ningún sentido que Núñez Feijóo nos hable constantemente durante la campaña y la larga precampaña de derogar el sanchismo y luego pase a pactar con él

En esas condiciones es imposible que el que se deja rondar, acepte. Porque ¿quién  empezará a gobernar? Si es el PSOE, malo porque al desmontaje del sanchismo que prometió Núñez Feijóo durante toda la campaña se sumaría una serie de leyes más, entre las que estaría una amnistía que ya se está preparando aunque nosotros no lo sepamos todavía. Y muchas más leyes que tendrá que desmontar el que tomara el relevo a continuación. 

Es imposible y, porque es imposible es inaudito, que a Núñez Feijóo se le haya ocurrido semejante idea, que Pedro Sánchez ha descartado de inmediato. Con razón. Y, puestos a desmontar, no tiene ningún sentido que Núñez Feijóo nos hable constantemente durante la campaña y la larga precampaña de derogar el sanchismo y luego pase a pactar con él. Eso no tiene ni pies ni cabeza.

Por lo que se refiere a los pactos digamos menores, aunque sean lo más importante del encuentro habido: para crecer y crear empleo, para la regeneración institucional, y en beneficio de cuestiones sociales como las pensiones o la sanidad, los planteamientos de uno y otro son tan dispares que era imposible el acuerdo.

Si sólo en la foto que se ha distribuido se ve a un Núñez Feijóo con las manos entrelazadas mientras el otro, más suelto, le tiende una mano que seguramente querrá retorcer. Pero es evidente que hay uno que está acochinado y otro que está seguro de sí mismo.

Es verdad que por alguien tenía que empezar el candidato popular. Pero no menos verdad es que ese alguien está absolutamente seguro de sus apoyos y no le importará esperar un mes hasta que le sesión de investidura se lleve a cabo, Núñez Feijóo constate que no cuenta con los apoyos necesarios, ni en primera ni en segunda vuelta, y sea por fin su turno.

La única esperanza que podemos abrigar los que nos situamos en las posiciones del centro, y de la derecha civilizada -conviene rescatar la expresión “derecha civilizada”, últimamente abandonada por la izquierda- es volver a las urnas en enero. 

Pero esa opción me temo que es demasiado líquida como para ser una opción real.

Así que preparémonos para una segunda legislatura a cargo de Pedro Sánchez porque lo más probable es que eso sea lo que suceda.