“Una vez más jugamos un juego peligroso. Un juego de ajedrez contra nuestro viejo enemigo, la Armada de los Estados Unidos”. Quién habla así es Marko Aleksandrovich Ramius, el capitán del submarino Octubre Rojo, cuando habla a la tripulación al poco de abandonar la base de Polyarny.

Pese a que el guionista haya metido lo del ajedrez, que es un topicazo que me revienta, la frase es uno de los lugares comunes más logrados de los que tengo conciencia, en especial cuando los lugares comunes son áreas que evitar: no ofrecen más certeza que una pretendida sabiduría de la mayoría.

Notables como Mark Twain o Henrik Ibsen cuestionaban que una opinión mayoritaria fuera fuente de verdad, no hablemos ya de sabiduría. Cierto que “mayoría” es el concepto base de la democracia (siempre y cuando vaya seguido de “representativa”), pero eso no implica que la inclinación de los representantes electos a votar en un determinado sentido, por mucho que pueda terminar en ley, sea lo que el pueblo quiere, sobre todo con condicionantes como la disciplina de voto o el pedestre “te juegas ir en las listas las elecciones que viene”.

Lo digo porque la amnistía no es algo que siente bien a la mayoría de españoles y, en este sentido, hemos tenido como ejemplo ilustrativo las recientes declaraciones de García Page.

Del Presidente castellano-manchego me han llamado la atención dos momentos: uno en el que dice "Mi adversario no es ningún socialista, son los independentistas". Esa afirmación deja fuera del marco de rivalidad al Partido Popular y establece al secesionismo como el elemento al que oponerse. No uno de los elementos, sino el elemento.

El otro no se refiere de forma directa a García Page, pero sí a una crítica recibida por él. La lanzó la ministra de Vivienda Isabel Rodríguez y le dijo con cierta perífrasis que se metiera en sus asuntos: "El presidente de Castilla-La Mancha tiene mucha tarea en mi región, como nosotros la tenemos ante la defensa del interés general de todos los españoles y las españolas".

"Mi adversario no es ningún socialista, son los independentistas". Esa afirmación de Page deja fuera del marco de rivalidad al PP y establece al secesionismo como el elemento al que oponerse. No uno de los elementos, sino el elemento"

Desde mi punto de vista, “mi región” es el elemento clave. Con esas dos palabras Isabel Rodríguez está tomando posesión de la representatividad de la Comunidad Autónoma y busca, con ello, quitársela a Page.

Olvida la ministra que en las elecciones autonómicas del año pasado la candidatura de García Page sacó casi 100.000 votos más que la de Pedro Sánchez en Generales en Castilla – La Mancha. De hecho, en la provincia por la que se presentó Isabel Rodríguez (Ciudad Real), el PSOE sacó 24.000 votos más en autonómicas que en generales, lo que dejaba a Page con un 46% de los votos y primera fuerza política, frente a un 35% de Pedro Sánchez como segunda fuerza en la circunscripción por detrás del PP.

Por lo tanto, el uso que hace la ministra del posesivo “mi” a lo mejor se explica por la pertenencia, pero es dudoso que sea por representatividad, lo que deja a Page con una autoridad mayor a nivel de representación y… bueno, vale, de mayoría.

Por tanto la protesta de D. Emiliano no es menor. El problema es que siempre topa con lo mismo, la falta de espíritu crítico que emana de Moncloa.

Pero reconozcamos que, allá cuando el Gobierno afirmaba que la ley que recogía la amnistía estaba cerrada y era impecable, ha encontrado tres escollos: dos de ellos propiciados por el independentismo que quiere más y uno por la Justicia en manos del magistrado García Castellón.

Vamos, que parece ser que ni era tan constitucional como esperaba el Gobierno y mucho menos inconstitucional de lo que la quería Junts.

Ya, para cerrar el círculo el auto de García Castellón hubiera pasado desapercibido como elemento de una causa, si no llega a ser por la expectativa que el propio gobierno hubiera creado. Con muy alta probabilidad los hechos de octubre de 2019 se hubieran considerado terrorismo en una instrucción y así habrían pasado a juicio en virtud del artículo 573 del Código Penal.

Quiero decir con esto que Ramius tenía razón en casi todo su enunciado: lo de las cesiones para la investidura ha llevado a la amnistía y todo forma parte de un juego peligroso. No un viejo enemigo, sino con un nuevo aliado y fuera el topicazo ruso del ajedrez, porque en éste sólo hay dos jugadores y ambos saben dónde están todas las piezas, mientras que en el que juega el Gobierno cada vez se unen más elementos y cada uno guarda muy bien sus cartas y juega aún mejor con los tiempos.

Enrique Cocero. Consultor político.