El PSOE está en peligro de implosión. El informe de la UCO -la denostada Unidad anticorrupción de la Guardia Civil- ha hecho saltar por los aires el decorado que había construido el presidente del Gobierno para blindarse él y su familia. Todo era una conjura, una conspiración, una intriga de jueces, picoletos fachas y pseudo medios de ultra derecha. Todo eso se ha venido abajo con 500 folios demoledores, que han puesto de relieve la catadura moral de las personas que han manejado el partido desde que Pedro Sánchez asumió su liderazgo.

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La operación de control de daños de Sánchez es tan inútil como el maquillaje que se aplicó para aparecer en la rueda de prensa de Ferraz como un hombre abatido. Falso. Sustituir a algunos cargos en la Ejecutiva y hacer una auditoría externa de las cuentas es como intentar frenar un tsunami con una sobrilla. Algunos dirigentes del partido lo dicen en público: el alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna; la ex presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz,... Otros muchos lo dicen en privado. No se atreven a levantar la voz, pero manifiestan su estupor con lo sucedido y piden elecciones como única alternativa posible. Ya no se trata sólo de los de siempre, García Page, Lambán, y, por supuesto, Felipe González y Alfonso Guerra.

"Cuanto más dure el Gobierno, más peligro corre el PSOE de desaparecer", afirma un ex dirigente con predicamento en el partido

Me consta que, al menos, dos ministros, no precisamente de Sumar, han comentado tras conocer los audios de Koldo, Ábalos y Santos Cerdán repartiéndose dinero y prostitutas: "Esto ya no da más de sí".

Un dirigente socialista, probablemente el único que podría ser alternativa si hubiese una catarsis en el PSOE, me comentó este sábado: "Cuanto más dure el Gobierno, mayor peligro corre el PSOE de desaparecer".

Ese es el riesgo. No es la primera vez que un Partido Socialista se esfuma del mapa político. Pasó en Italia y también en Francia. Fueron partidos que llegaron a gobernar, pero que desaparecieron como consecuencia de la corrupción o de la inoperancia de sus líderes. Aquí en España se juntan las dos cosas: inoperancia y corrupción.

Algunos creen que la solución puede ser una moción de confianza (lo contaba ayer Juanma Romero en su crónica en este periódico). Pero eso tampoco serviría de nada. Sánchez depende de sus socios y si, finalmente, los independentistas y la extrema izquierda le dan su apoyo en el Congreso, será a un precio altísimo que pagaríamos todos los españoles.

El presidente cree que con pedir perdón todo está arreglado. Pero él mismo le dijo a Mariano Rajoy en 2016, cuando éste hizo lo mismo por el caso Gürtel, que en política la forma de pedir perdón es dimitir. Aún con todo, lo relevante no sería el hecho de pedir perdón, sino que la ciudadanía lo conceda. Sólo hay una forma de saber si los españoles han perdonado a Sánchez por su comportamiento: convocando elecciones.

Si no lo hace es porque piensa que va a perder, lo que no cuadra con las encuestas del CIS. La última -de esta misma semana- le da nada menos que siete puntos de ventaja sobre Feijóo. Es vergonzoso que ni el hombre que le nombró se crea las estimaciones de Tezanos.

Los socialistas que reclaman elecciones quieren evitar que el partido siga sufriendo los embates de la corrupción. Todavía no se conoce qué hay en los dispositivos incautados a Ábalos en su domicilio de Valencia. Y aún no ha comenzado la investigación sobre Santos Cerdán, que a día de hoy sigue siendo diputado. Lo que sí sabemos es que la Guardia Civil investiga 310 cuentas bancarias distribuidas entre 35 entidades. Al final, se acabará sabiendo dónde ha ido a parar el dinero y, muy probablemente, una parte del botín haya ido a financiar las arcas del PSOE. De hecho, el informe de la UCO apunta a que la destitución de Ábalos en julio de 20021, nunca explicada por el presidente, se debió a que el ministro y su asistente se quedaban con parte del dinero de las comisiones que supervisaba Santos Cerdán.

Tras lo conocido sobre Ábalos, Cerdán y Koldo, ¿cómo va a seguir manteniendo el Gobierno que los sumarios que afectan a la esposa del presidente, Begoña Gómez, o a su hermano David son fruto de bulos y de conjuras judiciales?.

Durante esta legislatura, especialmente tras los cinco días de reflexión que se tomó en abril de 2024, Sánchez se ha enfrentado a los jueces -sobre todo al Tribunal Supremo-, a la Guardia Civil y a los medios independientes. Ahora, incluso los medios más cercanos al Gobierno, como El País, elDiario.es o La Sexta, se han posicionado editorialmente en su contra. Ya no tiene aliados. Se está quedando sólo. Su círculo de confianza ha quedado reducido a María Jesús Montero, Oscar López, Oscar Puente, Pilar Alegría, Diana Morant y Ángel Víctor Torres . Todos, menos el ministro de Transportes, candidatos en sus respectivas comunidades. ¿Será para ellos un aval o un desdoro esa cercanía al presidente cuando concurran a las elecciones autonómicas?

El PSOE es un partido vertebrador de la democracia en España. PSOE y PP conforman los dos pilares -liberal y socialdemócrata- que aglutinan a la mayoría de los ciudadanos. Por eso, la debacle del PSOE sería nefasta para una democracia basada en los equilibrios, la alternancia y en una efectiva separación de poderes.

El PSOE actual no es el PSOE de González, ni de Rubalcaba. Ni siquiera el que podría haber sido si hubiera ganado Eduardo Madina. Está hecho a imagen y semejanza del líder, que lo ha moldeado a su antojo. Pero hay miles de militantes y muchos dirigentes honrados y que, hasta ahora, se creían las patrañas de Sánchez de buena fe. Son esos dirigentes, presidentes de comunidades autónomas, alcaldes, cuadros, los que ahora tiene que dar un paso al frente. El futuro del PSOE depende de su valentía.

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