Estos días se ha hablado y escrito mucho sobre la transición posible caída del Gobierno teocrático iraní. Incluso el hijo del último Sha de Persia, Mohamed Reza Palhavi, comentaba en redes la posibilidad de restablecer la libertad en el país, y pedía a los iraníes levantarse contra el Gobierno ahora que está débil. Pero la situación es más compleja: el entramado institucional iraní tiene forma de matrioska, esa muñeca rusa que esconde una muñeca dentro, y dentro de esta otra, y luego otra, hasta veinte o treinta. La combinación de instituciones paralelas, incluso unas dentro de otras sin relación alguna, dificultan cualquier transición en el país.

Suscribir la idea de que el sistema político de Irán colapsará por los ataques recientes de Israel es no conocer la historia. Durante la guerra entre Irán e Irak decenas de ciudades iraníes fueron bombardeadas por las fuerzas de Sadam Hussein, hubo cortes de luz, de servicios esenciales, la economía quedó mermada, y aun así Jomeini sobrevivió, y el sistema que estableció también. En ese tiempo el gobierno iraní era incluso mucho más débil que ahora, pero la represión contra cualquier sospechoso de ser enemigo de la revolución islámica era extrema: los sospechosos eran torturados, encerrados o desaparecían. El terror, mezclado con el nacionalismo a ultranza, hizo que el sistema político no solo sobreviviera, sino que miles de iraníes que tenían dudas acabaran defendiéndolo para combatir al enemigo externo. En las protestas contra los bombardeos israelíes no hay casi fotos del Líder Supremo Jamenei, ni consignas escritas, todo son banderas iraníes.

A la promoción del nacionalismo iraní por parte de la estructura de poder en el país, hay que sumar el papel de la Guardia Revolucionaria de Irán. Este cuerpo se creó en 1979, justo cuando triunfó la revolución, y sirve para proteger sus esencias. Depende directamente del Líder Supremo, a pesar de estar integrada en el Ministerio de Defensa, pero sobrepasa toda la estructura ministerial y política. Se podría decir de manera simplificada que es el brazo armado del Líder Supremo. Así ocurre, como vimos la semana pasada, que el Ministerio de Relaciones Exteriores esté buscando una salida diplomática, mientras que la Guardia Revolucionaria lance consignas para destruir Israel, rechazando cualquier negociación y calificándola como mera traición.

El vínculo entre la sociedad iraní y la Guardia Revolucionaria Islámica es el Basij, la Organización para la Movilización de los Oprimidos. En un origen, su misión era proteger la Constitución y la Revolución Islámica, y ser una fuerza de masas en situación de catástrofes. Sin embargo, ahora no dejan de ser los ojos y oídos de la Guardia Islámica en todo el país.

Cualquier excusa sirve para ser entregado, delatado o reprimido por el Basij. La fuerza de los 20 millones que decía Jomeini que eran, porque se considera que hay 25 millones de reservistas y 600.000 efectivos que pueden armarse y movilizarse al momento si se requiere. Y esto es lo que hace que sea tan peligroso para la oposición organizarse y subsistir. En las grandes protestas ha aparecido el Basij ayudando a detener a opositores, manifestantes, cualquiera que alzara la voz por ser enemigo de la revolución. De ahí que sea tan difícil una transición en Irán.

Resulta casi imposible cambiar la estructura institucional y política iraní, ya que se trata de una madeja donde población civil, clérigos, militares y las milicias están entrelazados. La reforma ha de proceder de la misma estructura política, incluso de figuras cercanas al Líder Supremo Jamenei. Si no es así, la Guardia Revolucionaria y el Basij pueden bloquear todo el proceso, o directamente sabotearlo.

Es un asunto que puede parecer complejo, pero que lleva meses sobre la mesa, desde la muerte del presidente Ebrahim Raisi en el accidente de helicóptero. El Líder Supremo tiene 86 años, y no hay quien le suceda en el cargo. El principal favorito, Mojtaba Jamenei, no cae suficiente bien a ciertos sectores, ni genera suficiente confianza para ostentar el liderazgo de su padre. Y el resto de posibles candidatos o no son conocidos socialmente, o no se sabe si tienen suficiente reconocimiento meritorio para realmente serlo. Este hecho demuestra que tiene más importancia el vacío de poder como consecuencia de la ley natural, que Jamenei muera por edad, que no cualquier ataque exterior.

Estamos a las puertas de un cambio de etapa en Irán, pero quizás no como muchos esperan que suceda"

En conclusión, la transición iraní empezará cuando la propia estructura establecida en 1979 por Jomeini haga un "hasta aquí". Nadie se plantea invadir Irán, por lo que no tendremos un "escenario Irak". Ni hay milicias que tengan simpatías de sus vecinos, por lo que tampoco habrá un "escenario Siria". Tampoco hay interés por los países del Golfo Pérsico de querer desestabilización, ni tampoco sus vecinos quieren inestabilidad en sus fronteras, ni un éxodo de gente huyendo de una revuelta mal acabada.

Los bombardeos israelíes están debilitando Irán como lo hicieron los de Sadam Hussein en los ochenta. Los iraníes no confían en sus autoridades, les dicen que se queden en Teherán y se van, les dicen que no graben imágenes y lo hacen, les dicen que no usen las redes sociales y lo hacen igualmente. Está claro que estamos a las puertas de un cambio de etapa en Irán, pero quizás no como muchos esperan que suceda. Aquella vieja consigna del que todo cambie para que todo quede igual, quizás sería necesario desempolvarla.


Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado.