Los análisis de las relaciones entre la Unión Europea, América Latina y el Caribe suelen estar llenos de tópicos. Un lugar común es poner de relieve las inversiones de los países europeos en la región; otro que nunca falta es el tratado UE-Mercosur, un punto de la agenda que ha sobrepasado ya la mayoría de edad por los años que lleva negociándose, no por su madurez. A ese par de clásicos se ha juntado ahora el tema de las "transiciones", un asunto que, para mí, refleja una posición paternalista que asume, desde Europa, que lo que necesita América Latina es hacer una transición ecológica y digital.

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Pero, sin duda, el tópico por antonomasia es el de los "valores compartidos". Yo nunca supe cuáles eran éstos hasta que, finalmente, fueron detallados en el punto 7 de la declaración de la Cumbre UE-CELAC de 2023. Ahí dice: "Reafirmamos que los valores compartidos en los que se basa nuestra asociación permanecen inalterados: unas sociedades resilientes, inclusivas y democráticas; la promoción, protección y respeto de todos los derechos humanos y libertades fundamentales; el Estado de Derecho; la democracia, incluidas las elecciones libres y limpias, integradoras, transparentes y creíbles y la libertad de prensa; el multilateralismo inclusivo, y la cooperación internacional, todos ellos cimentados en los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho internacional, en particular los principios de soberanía, libre determinación, no intervención en los asuntos que corresponden fundamentalmente a la jurisdicción nacional de los Estados y no recurso, en las relaciones internacionales, a la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial".

Que sea la imprecisa resiliencia el "valor compartido" que encabeza la lista resulta extraño, por decir lo menos, y aunque los siguientes en la enumeración son más concretos y se recogen en los ordenamientos jurídicos e institucionales de los países, no siempre están del todo incorporados en el funcionamiento de los sistemas políticos y en el comportamiento de las sociedades pertenecientes a ese espacio birregional.

Resulta cuestionable que se asuma la democracia como el valor común, ya que en América Latina hay países claramente dictatoriales y otros en camino"

Resulta cuestionable que se asuma la democracia como el valor común, más aún si se toma en cuenta que en América Latina hay países claramente dictatoriales y otros en camino de serlo. A favor podría decirse que, aunque esté en crisis, es el sistema de gobierno que rige en la casi totalidad de los países implicados y que podría ser una base sobre la que asentar las relaciones birregionales; pero, más allá de los aspectos declarativos, es muy difícil que la democracia como valor sirva de impulso para dinamizar la mejora de las relaciones bilaterales pues, al final, siempre son los intereses los que generan incentivos de cooperación y no un determinado tipo de régimen político. De no ser así, nadie querría colaborar con China o con las dictaduras del Golfo Pérsico, y sin embargo ocurre lo contrario. 

Además, cabe preguntarse si es pertinente justificar y asentar la relación entre las dos regiones en una lista de valores a los que se aspira cuando entre los firmantes del documento que habla de democracia, Estado de derecho, elecciones libres y limpias o integración están dictaduras como Cuba, Venezuela o Nicaragua; o países amonestados por la Unión Europea por no respetar el Estado de derecho, como Polonia; o que excluyen o segregan, como Hungría o Dinamarca.

Sorprende también que otro de los "valores compartidos" sea la adscripción a lo contemplado en la Carta de las Naciones. Si bien resulta obvio que, en teoría, son valores comunes a todos los países de la ONU y no solo a los países UE-LAC, tampoco delimita cuáles serían los rasgos distintivos que fundamentan la relación particular entre las dos regiones. Una agenda birregional que fortalezca el vínculo específico entre ambas regiones debe desarrollar una voz y discurso propios para transmitir las preocupaciones, valores e intereses de uno y otro lado y, en este contexto, mostrar cuál es su contribución, tanto a esa relación específica como a nivel global.

Los 'valores compartidos' se asemejan más a una lista de buenos deseos que a una agenda de integración"

Al final, los "valores compartidos" se asemejan más a una lista de buenos deseos que a una agenda de integración. Entonces, ¿por qué se apela recurrentemente a éstos cuando ni son privativos ni parecen tan claros? Mi hipótesis es que con el eufemismo de los "valores compartidos" se quiere significar el vínculo diferencial generado por la historia común de las dos regiones a partir de la colonización de América.

A diferencia de otros lugares donde también hubo colonialismo europeo, América y el Caribe nacen como el "Nuevo Mundo", como una prolongación del "Viejo Mundo" que traslada a ese territorio su modelo social y cultural hasta convertirlo en hegemónico, imponiéndose a las culturas preexistentes. Mientras que las culturas europeas coexistieron históricamente con las de otros continentes como África o Asia, pudiendo mantener éstas sus particularidades sociales, culturales o religiosas como hegemónicas a lo largo de los siglos, América se convirtió en un continente mestizo que vive en la esquizofrenia de "parecerse" a Europa pero, a la vez, contar con una fuerte identidad indígena y afro que la hace muy distinta.

Por más que charlatanes como Marcelo Gullo vean la colonia como una cruzada cristiana para salvar a los nativos del canibalismo –algo por lo que los "indios" deberían agradecer, según aquellos–, el pasado colonial es un asunto complejo y espinoso que puede acabar aumentando la brecha en lugar de acercar a los países. Por ello es positivo que, en la misma declaración en la que se enumeran los "valores compartidos", se haya incluido una mención explícita al esclavismo, reconociendo que generó sufrimiento a millones de hombres, mujeres y niños.

Además de reflexionar sobre el rol de las metrópolis, y una vez asumidos los abusos como punto de partida para entender la colonia y sus consecuencias, es necesario también analizar el papel de las nuevas repúblicas y sus élites en la continuidad y fortalecimiento de las estructuras coloniales. Las "independencias" no significaron la desaparición de los mecanismos de explotación. Es un hecho que en las repúblicas americanas, dos siglos después, se han perpetuado la exclusión, el racismo y la desigualdad debido a que son mecanismos que generan un enorme beneficio a las clases medias y altas de la región. De ahí que, a muchas autoridades americanas y caribeñas, les resulte más cómodo y rentable explotar el nacionalismo y el victimismo en las relaciones con Europa que adoptar políticas públicas que remedien los efectos del colonialismo interno.

Así, hablar de "valores compartidos" es una forma amable y cómoda a la que pueden recurrir todos los actores para referirse a los vínculos culturales, sociales y económicos que se generaron durante los más de 300 años de coloniaje. Resulta evidente que aludir a un pasado colonial común y a sus consecuencias como base de la relación birregional resulta conflictivo y por eso es más cómodo invocar los valores positivos –sobre todo políticos– que supuestamente son comunes. Además, tengo la sensación de que, al invocar a unos supuestos "valores compartidos", se intenta dotar a la relación de una condición cualitativamente superior a la fundamentada en "simples" intereses económicos, sociales y medioambientales.

Está claro que repetir los lugares comunes referidos a los "valores compartidos", las inversiones o las "transiciones justas" no nos llevará a ningún lado si no hay un correlato político y social que muestre los beneficios que pueden obtener ambas partes con la mayor igualdad posible. La UE no puede caer en la verticalidad a la hora de marcar la agenda sino, más bien, desde la horizontalidad, incorporar las demandas de los países de América Latina y el Caribe y sus particulares agendas y necesidades de desarrollo.


Francisco Sánchez es director del Instituto Iberoamericano de la Universidad de Salamanca. Aquí puede leer todos los artículos que ha publicado en www.elindependiente.com.

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