Pedro Sánchez está empezando a darse cuenta de que los líderes europeos ya no le ven como un político fiable. Mucho menos Donald Trump. El comunicado acordado el domingo en respaldo de la soberanía de Ucrania no llevaba su nombre. Sí figuraban el canciller alemán, Friedrich Merz, el presidente francés, Emmanuel Macron, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, el jefe del Gobierno polaco, Donald Tusk, el premier británico, Keir Starmer, y el presidente finlandés, Alexander Stubb. Tampoco ha sido convocado a la reunión de este miércoles, a la que han asistido los representantes de estos cinco países europeos, con Volodimir Zelenski, previa al encuentro con Donald Trump, en vísperas de la cita con Vladimir Putin en Alaska el día 15. Está tratándose del futuro de Ucrania. Y de Europa.
El presidente del Gobierno español sí ha escuchado, al igual que los líderes de otra treintena de países occidentales (incluidos Japón o Australia) que participan en la llamada coalición de voluntarios, los resultados de estos encuentros previos. Ha seguido la reunión telemáticamente desde La Mareta, donde veranea. Sánchez se ha quedado relegado a ser un oyente, a pesar de que España es la cuarta economía en la Unión Europea. Y del apoyo de nuestro país a la causa ucraniana.
Sánchez no puede jugar a ser un líder de peso en una Europa que ha tomado conciencia de la importancia de la amenaza rusa y de sus consecuencias para la inversión en defensa
Sin embargo, Sánchez no puede jugar a ser un líder de peso en una Europa que ha tomado conciencia de la importancia de la amenaza rusa y de sus consecuencias para la inversión en defensa. No es baladí que quien ha sido anfitrión del encuentro virtual de este miércoles ha sido el canciller alemán, Friedrich Merz, que ha prometido que Alemania tendrá el Ejército convencional más potente de Europa y que ha asegurado que llegará al 3,5% del gasto en defensa del PIB en 2029.
Todos los otros países están comprometidos en la ayuda militar a Ucrania y, a pesar de que sus economías se resienten, van a aumentar la inversión en defensa. La excepción sería Italia, pero Giorgia Meloni se lleva bien con Donald Trump y también se ha hecho respetar por los europeos. Fue ella quien dijo que Sánchez en La Haya al final había firmado lo mismo que el resto.
En La Haya no solo se trataba de aumentar el gasto en defensa, que también, sino de mostrar unidad frente a Trump. Sánchez, por motivos internos, para contentar a su hinchada y a sus socios a la izquierda, se salió del guion. Quiso mostrarse como un dirigente que se plantaba ante Trump y lo que en realidad hacía era dar la espalda a sus socios en Europa. Ese tipo de desplantes se pagan.
De este modo, a dos días de Ferragosto patrio, desde Moncloa han desplegado todo su arsenal para intentar demostrar que la participación de Sánchez en la reunión de la coalición de voluntarios tiene una gran relevancia. Eluden en sus comunicados datos como que han sido una treintena de países los representados, o que era una reunión informativa, en la que los pesos pesados han explicado al resto los resultados de la conversación con Trump.
Y a propósito de Trump, debería prepararse Sánchez para la respuesta de EEUU a su entrega a los brazos de Huawei. En la Fundación Heritage, el think tank que está detrás de la agenda MAGA, ya especulan con reducir el personal en Rota o favorecer a Marruecos con la venta de F-35 como reacción.
Si Sánchez ha pensado en volcarse en la agenda internacional para evitar que los problemas de sus antiguos escuderos marquen su paso en la política nacional, debería darse cuenta de que en Europa ha gastado su crédito. Sánchez deja mucho que desear por su cortoplacismo. Que está con Ucrania, sí, pero eso significa más que hacerse fotos con Zelenski. Supone hacer una apuesta a largo plazo por la seguridad del continente.
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1 Comentarios
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hace 14 minutos
Se han dado cuenta que miente ( perdón, cambia de opinión ) más que habla
Y ante eso, se le desprecia … como debe ser.