Reapareció anoche el presidente del Gobierno tras las vacaciones veraniegas en una entrevista para todos los canales de TVE en el estreno de Pepa Bueno. Había mucha tela que cortar y a la ex directora de El País se le notó que quería abordar todos los temas, sin dejarse nada el tintero. Un error. Esa fórmula puede ser buena para un periódico, porque te permite obtener mucho material para luego editarlo y seleccionar lo más jugoso, pero no es una táctica que funcione en televisión en una entrevista en directo, porque, al final, se habla de todo sin profundizar en nada.
Lo más sabroso de la conversación llegó en el segundo bloque, cuando la nueva directora de la segunda edición del Telediario le preguntó sobre los casos de corrupción que afectan a su partido y a su familia. El presidente no dio ninguna respuesta que no conociéramos ya de antemano, pero insistió en algunas afirmaciones insostenibles, como que él no tenía "información objetiva" de la supuesta corrupción de Ábalos y Santos Cerdán. A la pregunta de por qué forzó la salida del ministro de Fomento del Gobierno en 2021, Pedro Sánchez respondió con una evasiva: "No fue el único. Estábamos saliendo de la pandemia y había habido mucho desgaste". En ese momento Pepa Bueno tendría que haberle apretado más, pero... el tiempo vuela. Pasó a la siguiente cuestión: "¿Hay corrupción institucional en el PSOE?". "En el PSOE no hay financiación irregular", contestó Sánchez ya un poco más relajado.
Sánchez sale vivo de una entrevista en la que se tocaron demasiados temas y en la que él dejó claro que no dimitirá bajo ninguna circunstancia
Sobre la imputación de su esposa y su hermano, el presidente se limitó a defender su inocencia, pero no desaprovechó la ocasión para atacar a los jueces: "Hay jueces que no cumplen con su función". Y, sobre la continuidad en el cargo del Fiscal General del Estado, Sánchez defendió la permanencia de García Ortiz "porque es inocente". A veces, a Sánchez no le hacen falta ni jueces.
De ahí se pasó a la quita de la deuda de las comunidades autónomas y luego a la entrevista de Illa con Puigdemont, que Sánchez despachó enmarcándola en el escenario de la "normalización".
Y luego, los Presupuestos. Aquí, Sánchez volvió a insistir en que esta vez sí, el Gobierno los llevaría al Congreso. Aunque no tenga asegurada la mayoría. Porque, si son derrotados, no importa: el Gobierno puede cumplir con sus políticas esenciales con los mismos Presupuestos que ahora están en vigor. Es decir, que presentarlos es casi un gesto para la galería, más que una obligación constitucional.
Luego se habló de la crispación, de la política internacional, de Gaza, y, al principio, cómo no, se habló de los incendios y de la "deslealtad institucional" que atribuyó a las autonomías del PP.
Pepa Bueno insistió en que el presidente dibujara alguna "línea roja" que le obligara a dimitir, a adelantar las elecciones si era sobrepasada. Pero Sánchez echó por tierra esa posibilidad. Ni los escándalos de corrupción, aun con condenas, ni el rechazo de los Presupuestos, cosa que casi da por hecha, serán suficientes como para tumbarle.
El presidente cumplió con el guion y no dio ninguna noticia de esas que cambian las portadas de los periódicos. Sólo estaba allí para confirmar que sigue en forma y que hará todo lo que esté en su mano para continuar, por el bien de los españoles.
Por el momento, Pepa Bueno, las exclusivas seguirá dándolas El País.
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