El penúltimo ataque que José Luis Rodríguez Zapatero dedicó a Estados Unidos sucedió el pasado junio, cuando la Embajada de Turquía en Madrid organizó un coloquio titulado Un mundo más justo es posible. El expresidente español aprovechó la ocasión para volver a hablar de paz y de diálogo, dos conceptos con los que suele salpimentar todos sus discursos y con los que parece querer elevarse a la categoría de estadista, pese a sus evidentes nexos con un régimen, como el de Nicolás Maduro, que niega la palabra y la legitimidad a la oposición.

En la citada conferencia, Zapatero llamó a Europa a defender sus valores históricos promoviendo "la democracia, la paz y la justicia", frente al discurso estadounidense, hostil -”anti”- hacia el viejo continente. Habrá quien piense que esta visión es casual; y es posible. En cualquier caso, coincide con la que suelen expresar todos aquellos que intentan alejar a estos países de Estados Unidos para debilitar a la OTAN. Los que apelan a reconocer que el nuevo mundo es “multipolar” y no hay que desdeñar la idea de establecer nuevas alianzas, dado que, en un tiempo nuevo, hay estructuras antiguas que podrían renovarse.

Las personas encargadas de la labor de lobby por el movimiento MAGA en Madrid han puesto el foco durante las últimas semanas en la figura de Rodríguez Zapatero y así lo han transmitido en diferentes reuniones. Le señalan como el principal nexo de España con el régimen y como alguien cuya ascendencia sobre el Gobierno español genera desconfianza en la Administración Trump. Sin paños calientes: su figura inquieta y la consideran un obstáculo.

Maniobras diplomáticas

Son momentos en los que la Administración Trump ha intensificado los esfuerzos diplomáticos para intentar ganar apoyos entre sus aliados, de cara a una intervención en Venezuela. España se encuentra entre los países ‘dudosos’ en este sentido, pese a su adhesión a la postura de la UE, crítica con el régimen.

Ciertamente, existen algunos precedentes 'singulares', en lo relativo a la relación del Gobierno con el régimen de Maduro. No sólo en lo que respecta a la labor de zapa en Caracas de Zapatero, sino por episodios como el relativo a la visita de Delcy Rodríguez a Madrid en enero de 2020, que, según descubrió la UCO hace algo más de un año, podía incluir una agenda de actividades de varios días, con reuniones políticas y empresariales.

Las personas vinculadas al trumpismo también advierten sobre algunos episodios inquietantes que han sucedido durante la presidencia de Pedro Sánchez, como la aparición y la desaparición de El pollo Carvajal en Madrid, la actividad de Los bolichicos en España -fortunas vinculadas al régimen-; o el polémico papel que jugó Exteriores -y el propio Zapatero- tras las pasadas elecciones venezolanas. Hay algunas derivadas que afectan a empresas españolas que también han generado suspicacias, pero el foco se quiere poner, de momento, en la figura del expresidente español.

Un mensaje afilado

No es casualidad -explican- que el subsecretario de Estado de Estados Unidos, Christopher Landau, haya señalado este martes a Rodríguez Zapatero y haya sugerido la necesidad de suspender su visado.

Tampoco lo es que lo haya hecho en respuesta a una publicación periodística, de Diario de las Américas, en la que se otorga al socialista un papel relevante, dentro de unas supuestas negociaciones, con epicentro en el Hotel Santo Mauro, de Madrid, en las que se habría puesto sobre la mesa -y siempre según este diario- la posibilidad de decapitar el régimen venezolano para situar al frente a un chavista, en lugar de Nicolás Maduro.

Advierten estos informantes de que no sería extraño que se estreche el cerco sobre Zapatero en las próximas fechas y hablan de varias posibilidades, en este sentido: la primera es que aparezcan más publicaciones en prensa con respecto a su papel en Venezuela. La segunda es que congresistas republicanos apelen a que se investiguen las actividades del expresidente del Gobierno en el país caribeño y la posible retribución que haya podido recibir por parte del régimen. La tercera es que el propio Marco Rubio realice algún comentario al respecto, que no sólo apunte a Zapatero, sino también al papel de España en esta crisis.

Expectación entre la diáspora venezolana

Desde la oposición de Venezuela en España -dividida en varios focos, cada cual con sus intereses- han denunciado en reiteradas ocasiones el papel de este político para legitimar la dictadura. El pasado marzo, Julio Borges se refería, en un encuentro informal, a las negociaciones que se produjeron entre la oposición venezolana y el régimen de Nicolás Maduro a finales de 2017, tan sólo unos meses después de que el Tribunal Supremo de Justicia mutilara el poder legislativo y secuestrara la Asamblea Nacional, de la que Borges había sido elegido presidente.

El venezolano se mostraba crítico con el papel parcial, e incluso servil, de Zapatero en ese encuentro, dado que llegó para ejercer de mediador, pero terminó por cumplir las órdenes -así lo sugería- que le transmitían Delcy Rodríguez y su hermano, Jorge. En la charla, Borges habló del tráfico clandestino de hidrocarburos. No se refirió directamente al narcotráfico, pero sí al riesgo que las complicidades entre España y Caracas podían suponer para los ciudadanos españoles, dado que les expone al crimen organizado o a las corruptelas que puedan realizar en España quienes se enriquecieron 'allá', pero hoy viven 'acá'. Ricos y cómplices.

Durante la última década, son varias ocasiones las que se ha planteado una pregunta legítima en los diarios españoles: ¿Cuál es exactamente el papel de Zapatero en países como Venezuela, Marruecos o China? ¿Compromete eso las alianzas naturales de España? Quizás haya respuestas que sea imposible obtener, pero, de momento, parece que la Administración Trump ha puesto el foco en el expresidente, quien, por cierto, ejerce un papel fundamental en la política española y en el Gobierno de Sánchez.