El presidente Donald Trump ha demostrado una marcada preocupación por la creciente influencia de China en el escenario internacional. Esta inquietud ha sido el motor principal detrás de su enfoque en la guerra comercial con Pekín, por encima de otros asuntos. La imposición de aranceles a diversos países tuvo como objetivo inicial contrarrestar el avance económico chino, y en este contexto se enmarca también la facilidad con la que el presidente argentino, Javier Milei, ha obtenido un compromiso financiero de 20.000 millones de dólares.
Argentina lleva más de una década negociando inversiones con China, incluyendo un acuerdo alcanzado el año pasado para establecer una línea de crédito destinada a sostener su economía. Sin embargo, este vínculo económico es uno de los puntos que Trump ha señalado como condición para que Estados Unidos brinde asistencia financiera: exige que dicho acuerdo con China sea desmantelado. En caso de ruptura, China demandará compensaciones económicas, y es precisamente ahí donde entra en juego el financiamiento estadounidense.
La ayuda económica ofrecida por Estados Unidos estaría destinada, en parte, a cubrir las compensaciones exigidas por China, lo que permitiría a Trump debilitar la presencia de Pekín en Argentina. Al mismo tiempo, esta inyección de capital contribuiría a estabilizar la economía argentina. No obstante, existen factores que ni Trump ni Milei pueden controlar. Aunque estas negociaciones se han acelerado con miras a las elecciones legislativas de octubre en Argentina, los fondos comprometidos no estarán disponibles para esa fecha. Además, Estados Unidos ha condicionado su apoyo no solo a la ruptura con China, sino también a la continuidad política de Milei.
Este punto es crucial, ya que las elecciones de octubre no son presidenciales, sino legislativas, y Milei no figura como candidato. Sí lo hace su partido, que según las encuestas no se perfila como la fuerza más votada. En este contexto, el respaldo electoral de Trump a Milei podría interpretarse como una estrategia a largo plazo, orientada hacia las elecciones presidenciales previstas para dentro de dos años. Sin embargo, no está claro si Milei llegará a presentarse como candidato, especialmente si los comicios legislativos resultan desfavorables para su gestión.
La falta de apoyo legislativo ha dificultado la aprobación de sus medidas en el Congreso y el Senado, lo que podría llevar a Estados Unidos a reconsiderar o condicionar parte de la ayuda prometida. También podría exigir mayor rapidez en la implementación de políticas de ajuste económico. Un ejemplo reciente es la eliminación temporal de las tasas a las exportaciones de soja, que se redujeron al 0% hasta alcanzar una liquidación de 7.000 millones de dólares. Esta meta se logró en apenas tres días, pero la medida ha sido criticada por beneficiar principalmente a grandes exportadores, dejando de lado a las pequeñas y medianas industrias del sector. Esta política, considerada una de las más destacadas de la campaña, ha generado controversia en plena etapa electoral.
En este punto se incrementa más la presión sobre Javier Milei. Parte de la oposición aclara que no se hará responsable de la línea de ayuda que se ha pactado con Estados Unidos, otros piden estabilidad fiscal y que se deje de quitar y poner tasas, y hay quienes demandan claridad respecto a los acuerdos alcanzados con Estados Unidos. Existen dentro de la historia democrática de la Argentina una serie de casos parecidos a la visita de Milei con Trump, como el acuerdo de Fernando De la Rúa con George W. Bush. Y todos recordemos que De la Rúa acabó saliendo en helicóptero desde la Casa Rosada en el momento de anunciar su dimisión, tras el "que se vayan todos". Muchos argentinos ven paralelismos con la situación actual.
Hay una cuestión importante, y es que el modelo federal argentino permite a las diferentes provincias, por sus competencias asignadas, la promoción económica. Aunque desde el gobierno federal se acerquen a Estados Unidos, desde una provincia como Buenos Aires, Santa Fe, La Rioja, La Pampa o Chubut se pueden cerrar acuerdos con empresas chinas. Esto deja en mala posición a Milei, ya que no puede vetar estos acuerdos entre las provincias y China. No va a dejar pasar esa oportunidad si no hay empresas estadounidenses interesadas. Y no es una cuestión de izquierda o derecha: los gobiernos provinciales de ambos colores han buscado inversiones chinas, y lo seguirán haciendo. Este factor no se sabe si será contemplado por la Casa Rosada, o por la Casa Blanca, pero está también sobre la mesa. Una cuestión son los acuerdos del gobierno federal, y la otra los acuerdos de los gobiernos provinciales.
Si no se suspenden los acuerdos provinciales, e igualmente se tiene que compensar a China por el fin de los acuerdos nacionales, quien gana es China. Por un lado, por las ganancias económicas, y por las compensaciones.
Si Trump consigue desplazar a China, será Argentina la perdedora porque tiene que pagar por la ayuda recibida. Todo porque en octubre hay legislativas"
Si Trump consigue desplazar a China, será Argentina la perdedora porque tiene que pagar a unos y otros por la supuesta ayuda recibida. Todo esto porque en octubre hay elecciones, y las cosas pintan mal para el león libertario. Quizás pierda las zarpas y se vuelve un gatito, si no dimite directamente. Además, la mala gestión en la Causa Vialidad ha hecho que Cristina Fernández de Kirchner no tenga que pagar la demanda civil, 22.300 millones de pesos, porque el Gobierno de Milei se durmió en las lindes y caducó la demanda civil. Una más de los morados.
Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado.
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