Génova está a la espera. Rajoy ha llegado al filo de las ocho de la tarde a la sede nacional, donde se encuentran su secretaria general, María Dolores de Cospedal, y sus cuatro vicesecretarios, Fernando Martínez Maíllo, Pablo Casado, Javier Maroto, Andrea Levy y Javier Arenas. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría también está en la planta séptima. Esta vez no tiene que seguir el escrutinio desde el centro de datos como le corresponde en las generales en su calidad de ministra de la Presidencia.

Los vicesecretarios hacen cuentas y piden cautela. “¿A ver cómo sale, no?”, responde lacónico uno de ellos ante la eventualidad de que el líder del PSOE, Pedro Sánchez, resista mejor de lo esperado. Se van haciendo a la idea de que puede que no haya una gran conmoción en las filas socialistas, al menos con el resultados que arrojan las israelitas de las televisiones autonómicas gallegas y vasca.

Cautela del PP gallego

Los populares gallegos también van con pies de plomo. “Espera, espera, nada está claro”, señalan a El Independiente al conocerse el sondeo. La horquilla de 38-41 escaños dan, sí o sí, mayoría absoluta a Alberto Núñez Feijóo. Pero una cosa son las israelitas, esos sondeos hechos a pie de urna y otra muy distinta los resultados reales. No sería la primera vez que estas encuestas apresuradas se estrellan, aunque parece improbable que pierdan la mayoría absoluta .

En el País Vasco las cosas no pintaron bien desde el principio y, por eso, Mariano Rajoy decidió sacrificar a un buen dirigente nacional, Alfonso Alonso, para ganar a un buen candidato que no ha conseguido, según el sondeo, superar el quinto puesto de la tabla. Está por ver si son determinantes en el País Vasco, pero Íñigo Urkullu puede tener asegurada la investidura con los votos del PSE, otra cosa será gobernar. Ahí los populares vascos pueden resultar necesarios y exigir, a cambio, que en Madrid se abran a la investidura de Rajoy.