Esta vez el camino está más despejado. Agentes nuevos, mayorías más amplias y urgencias por no volver a fracasar. “El asalto a los cielos ha comenzado”, aseguró eufórico el líder de Sortu, Arnaldo Otegi la misma noche electoral. Y su “cielo”, el de EH Bildu, es la independencia de Euskadi. No es el único que lo piensa. El nuevo Parlamento Vasco salido del 25-S es más soberanista que nunca. 57 de sus 75 escaños están ocupados por candidatos que pertenecen a partidos que reclaman más soberanía y una nueva relación con España y que defienden celebrar una consulta a la ciudadanía durante esta legislatura.

Pero la Euskadi post 25-S tiene tres “cielos”, tres rutas y hasta tres tipos de consulta. El nuevo terreno de juego soberanista tras las elecciones se dibuja entre dos extremos: la vía unilateral y rupturista que defiende Otegi y el acuerdo legal, pactado y bilateral que enarbola Urkullu. En medio la tercera vía, la de Podemos, que defiende una ‘ley de claridad a la vasca’ –a imagen de la Ley de Claridad de Canadá de 1998-. Las tres prevén un cambio territorial, las tres contemplan una consulta pero las tres difieren en la fórmula para alcanzarlo.

PNV, Podemos y Bildu defienden tres vías diferentes hacia una futura consulta soberanista

Un escenario del que se quedarían relegados tanto PSE como PP, las formaciones peor paradas tras el 25-S. Los socialistas han dejado claro que no respaldarán ninguna aventura en esta dirección, más allá de una actualización constitucional del Estatuto de Gernika, y los populares han defendido el grado de autonomía del que ya disfruta Euskadi y la importancia de seguir perteneciendo a España.

“No podemos perder más tiempo, hay que empezar a tomar decisiones”, aseguró ayer el presidente del PNV, Andoni Ortuzar. Sólo horas antes Otegi había afirmado que la recuperada fortaleza de la izquierda abertzale les permitiría liderar y empujar el nuevo tiempo de “mayoría en clave independentista” que se inicia. En el horizonte, la convocatoria de una consulta “habilitante” para negociar con el Estado o un referéndum por la independencia. La primera, la opción moderada y de acuerdo del PNV. La segunda, el órdago que añora la izquierda abertzale.

En Sabin Etxea quieren poner a funcionar la maquinaria cuanto antes. El primer motor a activar es el de la economía y el empleo, pero el segundo, y de modo paralelo, el destinado a dar forma a un cambio territorial. Sabedores de que junto a EH Bildu y Elkarrekin Podemos el músculo soberanista en Euskadi es hoy más fuerte, confían en evitar el fiasco de la pasada legislatura, en la que Urkullu se comprometió a cerrar un acuerdo en el seno de una ponencia parlamentaria y someterlo a consulta en 2015. No lo logró.

¿Asalto pactado o unilateral?

Desde hoy, el PNV ya ha comenzado a trabajar en su segundo intento. En la ronda de contactos que inicia esta mañana y que se concretará en encuentros bilaterales con las formaciones políticas les trasladará que cambiar la relación con España antes de 2020 será una prioridad para el nuevo Gobierno. El particular “asalto a los cielos” de la formación de Urkullu es más moderado que el de Otegi pero igual de firme; acuerdo “de igual a igual” con el Estado y un blindaje y ampliación de las competencias para Euskadi. Y entre la vía unilateral de EH Bildu y la bilateral de Urkullu, ambos se felicitan por la irrupción de una tercera vía, un tercer posible aliado, Elkarrekin Podemos, que podría desbloquear la situación.

El PNV da por descartado el tripartito que Otegi ha propuesto durante toda la campaña electoral

La primera decisión parece haberse tomado ya en Sabin Etxea. El PNV da por descartado secundar la propuesta que Otegi ha lanzado durante toda la campaña y que aún hoy reitera; conformar un “tripartito” por la soberanía de Euskadi. Pese a que el inhabilitado dirigente de la izquierda abertzale insiste en cerrar un acuerdo PNV-EH Bildu-Podemos para avanzar sin demora hacia mayores cuotas de autonomía, la respuesta del presidente del PNV ha sido inmediata y contundente, “no nos fiamos”.

El PNV apuesta por la transversalidad, la pluralidad, por un gran acuerdo que aúne al mayor número de sensibilidades. Pero eso sólo es un deseo, no una condición indispensable. Ortuzar apuntó ayer que la inclusión de formaciones como el PSE -la del PP se da por descartada- en un consenso para un nuevo marco de relación con España “sería deseable, pero no imprescindible porque sería como darle capacidad de veto” y añadió, “ni vetos, ni exclusiones”. Acordar un nuevo estatus político-jurídico para Euskadi “no es una reivindicación simbólica, ni vacía”, recuerdan en el PNV, ni un fin en sí mismo, sino “un instrumento” para que las decisiones de la sociedad vasca “sean respetadas” y no subordinadas al Estado.

¿Asalto legal?

Una de las primeras decisiones a adoptar será si la segunda parte de la ruta hacia el nuevo estatus, tras el fracaso la pasada legislatura, recorrerá la misma senda. El intento de pactar un acuerdo de consenso en una ponencia parlamentaria no funcionó. Ahora, con la mayoría parlamentaria de la que goza el soberanismo la fórmula podría ir por otro camino, un acuerdo entre PNV, Podemos y EH Bildu. Pero les separa un elemento esencial; el respeto a la legalidad.

Mientras el PNV apela a la profundización de los derechos históricos y forales reconocidos en la Constitución y a posibles “reformas” de la Carta Magna como fórmula posible y Podemos defiende una “concreción legal” a cualquier propuesta, EH Bildu llama a la unilateralidad. La izquierda abertzale, pese a haber modulado su propuesta de ruptura y estar dispuesta a sumarse al camino de la legalidad, cree que es inútil. “¿Y qué haremos cuando nos digan que no en España, cuál será el plan de contingencia?”, preguntó la candidata Miren Larrion a Urkullu durante un debate electoral.

¿Asalto ‘a la carta’?

La tercera vía, la de Elkarrekin Podemos, apela a la Ley de Claridad de Canadá, que avaló la consulta en Quebéc. Por ello insta a los partidos a buscar un acuerdo en clave social que permita pactar con el Estado la celebración de una consulta legal.  Defiende un pacto social, más que identitario, en el que el blindaje de los derechos sociales esté asegurado. Podemos defiende el reconocimiento de Euskadi como nación pero dentro de  una “España plurinacional y plurilingüe”.

En el proceso de negociación que ahora se inicia, la formación acudirá con una propuesta que incluso detalla que una vez alcanzado se podría celebrar una consulta en la que se ofrezca a los ciudadanos diversas alternativas a elegir, incluida la separación del resto del Estado. La formación morada también contempla otra vías de cambio en el modelo territorial que pasarían por explorar la incorporación de Navarra a Euskadi, sí así lo acuerdan las instituciones navarras, o en su caso, la creación de órganos comunes y espacios de colaboración entre ambas comunidades.