Es la elipsis más convulsa de la historia reciente de España. Se ha construido década a década en torno a una plaza. Sus protagonistas fueron vecinos, bien y mal avenidos, que vivieron momentos históricos, los que ellos planificaron y sufrieron en carne propia. Los de un bando y los de otro. A un lado de la Plaza Elíptica, el franquismo, al otro, la violencia de Estado, la guerra sucia de los GAL y frente a ella el sufrimiento de las víctimas de ETA y las reivindicaciones de los familiares de sus verdugos y entre todos ellos, el primer Gobierno Vasco nacionalista que huyó al exilio tras la toma de Bilbao. Y por si eso fuera poco, el pañuelo urbanístico los situó en torno a una plaza que lleva el nombre de un alcalde que hasta por dos veces dirigió los designios de la Villa en tiempos de Primo de Rivera. La Plaza Federico Moyúa, en el corazón del ensanche de la capital vizcaína y que concentra en apenas unos metros cuadrados algunos de los episodios más dolorosos del último siglo.

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