Fue difícil encontrarlo. En todos había dolor. Asesinatos en muchos de ellos, heridos y secuestrados en otros y atentados sin víctimas en los menos. Pero el análisis minucioso de los días del calendario permitió encontrar un día sin víctimas: el 10 de noviembre. En esa fecha la violencia terrorista no dejó su sello en la vida de nadie, como sí ocurrió los 364 días restantes. Por eso hace ya seis años el Gobierno vasco, entonces en manos del PSE y con Patxi López como lehendakari, la consideró como la jornada más idónea para honrar a todas las víctimas del terrorismo, para declararlo el ‘Día de la Memoria’. Pronto se torció. Desde ese mismo instante el que se había acreditado como el único día de tregua real en los 52 años de vida de ETA dejó de serlo. Más aún, incorporó una nueva víctima al calendario; la memoria. Desde 2010 el Día de la Memoria en Euskadi se ha convertido en una jornada de enfrentamiento, división y fractura. Ha sucedido con ETA activa y con la banda a punto de diluirse. También hoy ocurrirá, los frentes de la memoria volverán a escenificarse.

Por sexto año consecutivo, no habrá unidad de las formaciones políticas en torno a las víctimas. El debate de fondo radica en decidir qué víctimas deben ser honradas un día como el de hoy. Cuando por impulso de populares y socialistas el Parlamento Vasco aprobó en 2010 declarar el 10 de noviembre jornada de recuerdo a la memoria de las víctimas del terrorismo, -el de ETA pero también el del terrorismo de Estado ejercido por los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) y el Batallón Vasco Español (BVA)- se dio un paso novedoso y se reparó una deuda que tenían las instituciones con las víctimas. Pero la buena disposición y la paz institucional apenas duró una edición. Sólo un año después la Cámara accedió a ampliar aquella jornada a las víctimas de la violencia policial, fundamentalmente la ejercida durante la última etapa del franquismo. Una ampliación que provocó el rechazo de partidos como el PP y UPyD, así como de colectivos de víctimas como Covite y la AVT, que veían en la medida un intento de "equiparación" de las víctimas y que no estaban dispuestas a aceptar.

Desde entonces el escenario no ha cambiado. Hoy volverá a escenificarse. La mayor paradoja tendrá lugar esta mañana a las puertas del Parlamento Vasco. Si a las 10:30 horas los partidos con representación en la Cámara vasca, a excepción del PP, y con la presencia del lehendakari Iñigo Urkullu y la presidenta del Parlamento, Bakartxo Tejería, realizarán una ofrenda floral ante el monumento a las víctimas que se instaló en 2008 en el acceso del recinto, sólo una hora después lo hará el PP. Cuando los parlamentarios del PNV, el PSE, Elkarrekin Podemos y EH Bildu abandonen el monumento ‘Brújula de Medianoche’ los populares llevarán a cabo en el mismo lugar su recuerdo a las víctimas del terrorismo y sólo a las víctimas del terrorismo. Desde el PP su presidente ha denunciado que el acto promovido por el resto de formaciones no hace sino "desvirtuar" el espíritu con el que se aprobó y que reservaba este acto a las víctimas ocasionadas por la violencia de los diversos grupos terroristas que han actuado en Euskadi. El PP denuncia lo que considera que es un intento para "blanquear" a la izquierda abertzale que considera que aún no ha condenado la historia de ETA.

El Gobierno vasco lamentó el desmarque del PP y le recordó, en boca de su portavoz, Josu Erkoreka, que no debería confundir el Día de la Memoria que hoy se conmemora con el Día Internacional de las Víctimas del Terrorismo que se celebra el 11 de marzo.

El acto institucional incluirá una ofrenda floral por parte de los parlamentarios vascos y la lectura de un manifiesto, acordado por la Asociación de Municipios Vascos, a cargo de la presidenta y concluirá con dos minutos de silencio. En su discurso Tejería instará a la ciudadanía "a construir un futuro en paz, sin olvidar el pasado y las dramáticas consecuencias padecidas por el conjunto de la sociedad, y de manera específica por las víctimas, a las que se hace necesario reconocer la injusticia de su dolor y padecimiento". Recordará que a quienes padecieron la violencia se les debe “solidaridad, cercanía, verdad, reconocimiento y reparación”. Por último, la presidenta del Parlamento Vasco apelará a la necesidad de profundizar en la convivencia a través del respeto a la pluralidad de ideas, los principios democráticos y el respeto a los derechos humanos”.

El Gobierno vasco ha contabilizado y registrado, además de las víctimas de ETA, los GAL y el BVA, otras  187 víctimas de abusos policiales en el periodo 1969-1978. La Comisión de Valoración constituida a tal efecto elaboró a comienzos de este año un informe en el que llega a detallar que 30 de ellos fallecieron por disparos de las Fuerzas de Seguridad del Estado de la época, 55 resultaron heridos por armas de fuego, 72 fueron torturados y una treintena se ha acreditado que fueron heridos por material antidisturbios. Unas víctimas que desde 2012, con un gobierno socialista, tienen -vía decreto- reconocida su condición de víctima por motivación política y por tanto el derecho a acceder a una reparación económica que puede oscilar entre los 35.000 y los 390.000 euros en función de la gravedad de cada caso.

Un monolito "más incluyente"

La guerra de 'memorias' que acumula el recuerdo a las víctimas empieza a ser una constante. En el primer año faltó la izquierda abertzale, entonces aún ilegalizada y alejada de cualquier cuestionamiento público de la violencia de ETA. Un año después, y tras incorporarse en el homenaje a las víctimas de la violencia policial, la división llevó a que nacionalistas y constitucionalistas honraran por separado diferentes memorias; PSE, PP y UPyD la de las víctimas del terrorismo y por otro lado la de “todas las violencias” que llevaron a cabo PNV, Eusko Alkartasuna y Ezker Batua. La distancia se agudizó aún más en 2012. Hacía casi un año que ETA había anunciado el cese de su acción terrorista pero el enfrentamiento en la consideración de qué víctimas debían ser recordadas seguía distanciando a unos partidos y a otros. Una situación que llevó a la entonces presidenta del Parlamento Vasco, la popular, Arantza Quiroga, a suspender el acto institucional. Cada partido lo celebró por separado y a su modo. Los tres últimos años, ni PP ni UPyD han acudido.

Tampoco lo harán hoy en la Cámara, aunque es probable que sí se llegue a visualizar una imagen de unidad y unanimidad de los partidos en alguno de los actos institucionales que de modo paralelo celebrarán los ayuntamientos vascos. Así ocurrió el año pasado en el Día de la Memoria organizado por el Consistorio de Bilbao, al que acudieron desde EH Bildu hasta el PP.

Un acto que este año viene precedido por la petición de la izquierda abertzale de modificar el nombre del monolito existente en el Parque de Doña Casilda de la capital vizcaína que recuerda desde 2006 a las víctimas del terrorismo. La portavoz de EH Bildu Aitziber Ibaibarriaga consideró que limitar el monumento a la memoria de las víctimas del terrorismo deja fuera a otras víctimas, por lo que reclama que su denominación sea más amplia “a fin de que sea inclusivo e incluya expresamente a todas las víctimas de la violencia”. Un monolito que en la última década ha llegado a ser atacado en varias ocasiones. La más reciente en agosto de 2015, cuando contra él se arrojó un artefacto incendiario.