La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, será hoy la auténtica protagonista de la Cumbre por el Referéndum convocada por Carles Puigdemont para dar cumplimiento a sus compromisos con la CUP. En un ámbito en el que se daba por supuesta la presencia de ERC, el PDCat y la CUP, además de las entidades independentistas ANC, Ómnium y AMI -todos ellos convencidos defensores del referéndum y del proceso independentista- la incógnita está en ver hasta dónde se compromete la líder de la nueva izquierda catalana.

Ada Colau y sus “comunes” han basado el crecimiento de su espacio de izquierdas en evitar a toda costa el compromiso tanto con los independentistas como con los constitucionalistas en el fragmentado escenario político catalán. Ha cultivado con éxito el difícil equilibrio que supone apoyar el “derecho a decidir” -eufemismo con el que algunas fuerzas se refieren al derecho a la autodeterminación- y la celebración de un referéndum sin defender la independencia.

Un espacio que en su momento intentó cultivar el socialismo catalán con su apuesta por la celebración de una consulta legal y pactada con el Gobierno, y que acabó con el mandato de Pere Navarro, la caída del PSC hasta los 580.000 votantes y la escisión del sector más soberanista del partido.

Participación en la manifestación de la Diada

La calculada ambigüedad de Colau en este terreno ha empezado a decantarse hacia el soberanismo en los últimos meses. La primera señal fue su participación, por primera vez, en la manifestación de la Diada el pasado septiembre, bajo el argumento "de una fuerte regresión centralista y autoritaria” fruto a su juicio de los años de Gobierno del PP.

Poco le importó a la dirección de BComú que el Gobierno del PP estuviera precisamente entonces en funciones, o que sus socios de ICV rechazaran participar en la marcha por no compartir el objetivo de la independencia. La presencia de Colau en la marcha parecía tener más que ver con nuevas aspiraciones políticas de la ex activista que con un cambio real en el contexto político catalán.

La calculada ambigüedad de Colau ha empezado a decantarse hacia el soberanismo en los últimos meses

La segunda muestra de acercamiento se produjo la semana pasada, cuando la alcaldesa fue la encargada de leer el manifiesto de apoyo a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, el día antes de su declaración ante el TSJC. Momento en el que Forcadell contó con el respaldo del número dos de BComú, Gerardo Pisarello, o el apoyo en las redes de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, con sendos tuits de aliento a Forcadell.

La participación en el encuentro de hoy es un paso más en ese proceso en el que cada vez será más difícil para Colau distinguirse de los independentistas. Oficialmente, tanto su partido como sus socios de ICV y Podemos apoyan la celebración de un referéndum acordado, pero no se ha definido nunca sobre el respaldo a la independencia. Se da por seguro que BComú cuenta entre sus electores con independentistas, pero también con gente que rechaza el proceso. Y todos sus rivales electorales, tanto ERC como el PSC, afilan sus armas para obligar a BComú a una definición que provocará fugas de electores en un sentido u otro.

Prueba de lo delicado de ese equilibrio es el patinazo de Errejón esta misma semana en Cataluña, dónde concedió una entrevista a un digital soberanista en la que aseguraba dar apoyo a un referéndum no pactado -el referéndum o referéndum de Puigdemont-. Tras su publicación, el número dos de Podemos tuvo que salir a apagar el incendio provocado asegurando que su postura sigue siendo a favor un referéndum acordado, no una consulta unilateral.