Hace apenas unos días que el cristal blindado desapareció de la entrada de la sede. Sólo unos meses desde que el último de sus cargos abandonó la escolta y casi seis años desde que el alivió hizo revivir a familias enteras dispuestas a pasear en libertad por las calles de Euskadi como no habían podido hacer durante décadas. En el PP vasco celebraron como pocos el final de ETA. El nuevo escenario de paz no sólo les aportaba un horizonte vital, personal, ansiado sino también una oportunidad para crecer como partido político ‘normalizado’ en Euskadi. Desde octubre de 2011 ser del PP en el País Vasco dejó de ser un motivo por el que jugarse la vida.

Las nuevas circunstancias hicieron albergar la esperanza de que el horizonte electoral del partido crecería, que sin ETA las cosas mejorarían. No fue así. Desde que ETA dejó el terror el PP ha cosechado los peores resultados de su historia en Euskadi. Probablemente las razones habría que buscarlas en otras causas; la crisis, los casos de corrupción, la crisis de liderazgo en el PP vasco, el desgaste del poder en España… Pero transcurrido un lustro desde el final del terrorismo el partido que lidera Alfonso Alonso se ha propuesto despertar, salir del ‘bunker’ en el que la amenaza terrorista le obligó a meterse y regresar de nuevo a la calle.

El plan incluye mayor presencia en las calles, más contacto con organismos sociales y presencia de símbolos como el euskera, la ikurriña o la cultura vasca

Para ello ha ideado un plan interno, que ya ha sido distribuido en sedes y juntas provinciales, con el que aspira a reactivar a sus cargos internos e implantar en el partido otro modo de hacer política, de llegar a los vascos. El programa de acción tiene como horizonte las elecciones municipales y forales de dentro de año y medio. Parte de una idea básica de que los vascos no les conocen bien. Las causas, entre la autocrítica y la circunstancias, porque el escenario de amenaza en el que han vivido “no nos ha dejado” y porque quizá “no lo hemos sabido hacer bien”.

Las cuatro vicesecretarias del PP vasco han participado en el diseño de este plan que sitúa como máxima prioridad fortalecer el contacto directo con la ciudadanía, “de tú a tú”, y con los agentes sociales y los distintos organismos presentes en la sociedad vasca. Una mayor presencia en lugares a los que hasta ahora el PP vasco o no acudía o no podía acudir y que abarca desde municipios y barrios de renta económica más elevada hasta áreas ‘obreras’, fiestas populares o entornos relacionados con la cultura vasca. “La clave está en que la gente nos conozca de verdad, que sepa de nosotros por lo que nosotros le contamos y transmitimos y no por lo que otros dicen de nosotros”, asegura Amaya Fernández, secretaria general del PP en el País Vasco.

Frenar la sangría de votos

El PP arrastra desde hace más de una década una imparable pérdida de apoyos en el País Vasco. En las autonómicas de 2005 rebasó los 210.000 votos en Euskadi y obtuvo 15 escaños en el Parlamento Vasco. En las últimas elecciones vascas el saldo de apoyos se redujo casi a la mitad, 107.771 votos y nueve escaños. Y en el ámbito municipal la realidad es similar. Hace justo una década 153.000 vascos confiaron en el PP para gobernar su municipio -185 concejales- y en la última convocatoria municipal lo hicieron 102.000 -79 concejales-. Ni siquiera en su gran feudo, Vitoria, logró retener la alcaldía pese a ser la lista más votada, la liderada por Javier Maroto. Hoy el PP sólo gobierna en tres de los 251 municipios vascos, los tres son alaveses: Laguardia, Baños de Ebro y Navaridas.

Otro de los pilares sobre los que se quiere impulsar la recuperación y actualización de la imagen del partido se sustenta en los símbolos vascos. Tradicionalmente el PP ha estado alejado de ellos o al menos no han estado muy presentes en sus discursos o actos de partido. Cuestiones como el euskera, la ikurriña, la cultura o el folklore vasco se quiere que adquieran una mayor presencia en la formación.  Fernández señala que en realidad lo que ha sucedido es que ha existido una “patrimonialización” por parte del nacionalismo de elementos que “son de todos los vascos”: “Durante muchos años lo que ha sucedido es que se han adueñado de ellos, por eso tenemos que recorrer también ese camino para recuperarlos para todos los vascos”. La ‘hoja de ruta’ que se ha fijado en el PP vasco incluye, por ejemplo, dar mayor presencia a la ikurriña, “recogida en el Estatuto de Autonomía junto a la bandera española como una de las enseñas que identifican a los vascos”.

En una década el PP vasco ha perdido casi la mitad de votantes en unas elecciones autonómicas y sólo gobierna en 3 de los 251 municipios vascos

En el PP justifican el menor peso que estas cuestiones en estos años al tener que apostar “no sólo por los esfuerzos a mantenerse con vida sino a priorizar el mensaje de derrota del terrorismo”, asegura la secretaria general del PP.

Recuperada la presencia en la calle, el siguiente paso es reforzar el mensaje “no desde el sentimiento sino desde la razón, con datos”. Fernández asegura que rebatir el argumentar del nacionalismo ahora requiere mensajes “irrebatibles” y soportados en datos sobre los retrocesos que se han producido en los ámbitos que realmente inquietan y preocupan a los vascos como la educación, el empleo, la economía o la política industrial. Un discurso que se debe promover en todos los ámbitos sociales, culturales, sindicales, educativos o de cualquier tipo. “Mirando los sondeos y encuestas de opinión te das cuenta de que la mayoría de los vascos prioriza las mismas cuestiones que priorizamos nosotros; la economía, el empleo y los temas sociales, no la soberanía”.

Presentarse 'tal y como somos'

Fernández no oculta que han existido carencias en el seno del partido en su labor de conectar con la sociedad, pero señala que responden a las especiales circunstancias en las que se ha tenido que hacer política en Euskadi. “Eso por ejemplo también nos ha complicado poder encontrar los mejores candidatos para nuestras listas, existe una generación perdida”. Pese ello apela a la necesidad de dar un nuevos pasos adelante y volver a tomar el pulso a la sociedad vasca y “presentarse tal y como realmente somos”: “No podemos refugiarnos en el victimismo de lo que nos ha pasado. Estamos en otra etapa y vamos a jugar el partido para ganar no para empatar. Habrá que hacer mucho esfuerzo personal, ir barrio a barrio, de tú a tú. Nuestra mejor arma será el boca-oreja”.

No podemos refugiarnos en el victimismo de lo que nos ha pasado. Estamos en otra etapa y vamos a jugar el partido para ganar no para empatar"

La prioridad en la recuperación del espacio se ha fijado en Vizcaya, el verdadero feudo del PNV. En Álava la presencia del PP vasco es más numerosa que en el resto del Euskadi y en Guipúzcoa el margen de captación de simpatías es aún complicado por el amplio control del nacionalismo, tanto de EH Bildu como del PNV que existe.

Fernández añade que este plan de recuperación no olvidará batallas que siempre ha lidiado el PP en Euskadi, como garantizar “la dignidad” en las calles frente al relato del entorno de la izquierda abertzale dirigido especialmente a las nuevas generaciones que no han vivido el terrorismo y a los que “intentan intoxicar el corazón”. El nacionalismo, según Fernández, “es experto en retorcer los sentimientos” y “nosotros nos hemos propuesto contrarrestarlo con argumentos”. Concluye apuntando que el PP es hoy por hoy el último dique de contención” que queda para asegurar que Euskadi no se contaminará del proceso en Cataluña.