Es la mayor Oferta Pública de Empleo (OPE) jamás celebrada en el sistema público de Salud en Euskadi: 3.335 plazas, tanto de promoción interna como de turno libre. Hoy la Consejería de Salud del Gobierno vasco ha publicado los baremos de la convocatoria para 19 de las 21 categorías cuyas pruebas comenzarán entre mayo y junio próximo y a las que los candidatos podrán inscribirse a partir de mañana.

La convocatoria que firma el consejero Jon Darpón vuelve a dar un elevado peso a los conocimientos de euskera para todas las categorías profesionales. Es llamativo la relevancia que su conocimiento adquiere en el caso de médicos y enfermería. Para la primera de las categorías se ofertan 126 plazas (86 para médicos de familia y 40 para pediatría) y para las funciones de enfermería la OPE prevé 682 plazas.

En ambos casos, sin duda alguna, saber euskera y poder acreditar un perfil medio-alto es un ventaja importante. El denominado PL2 (Perfil lingüístico 2) -equivalente a un B2 del Marco Europeo de Referencia para las Lenguas- supone aportar un mérito importante con mucho más peso que títulos o doctorados.

Así, una vez superada la fase inicial de oposición, consistente en un examen tipo test, los candidatos que lo aprueben afrontarán la fase de concurso, donde deberán acreditar sus méritos para ser evaluados y puntuados. La mayor parte de los 100 puntos en juego durante las pruebas de selección corresponden a la experiencia profesional y los méritos (80 puntos) y en menor medida al examen (20 puntos).

Baremación de méritos

La trayectoria profesional que se pueda demostrar permitirá otra a un máximo de 60 puntos, a los que se podrán sumar hasta un máximo de 20 por méritos relacionados con la formación, la docencia y la investigación. Es en este apartado donde la sanidad pública vasca concede un peso esencial a saber euskera. Y lo hace en todas las categorías. Si aportar conocimientos de alemán, inglés o francés tan sólo reportaría al candidato o candidata 1,5 puntos por cada idioma, poder demostrar estar en posesión de un título PL2 (B2) o PL1 (B1) de euskera le permitirá dar un salto de gigante frente a quien no lo hagan.

Así, mientras para un aspirante a una plaza de medicina de familia o pediatría acreditar estar en posesión de un doctorado ‘cum laude’ le reportará 10 puntos -9 puntos si no lo es-, presentar un título con un PL2 de euskera prácticamente le doblará los puntos; 18. Incluso un título básico de euskera, el PL1 (equivalente a un B1) tiene tantos puntos como mérito que un doctorado universitario: 9. Por detrás quedan la baremación que se da a otros méritos académicos como un máster (6 puntos) o una licenciatura universitaria (3 puntos). Si el aspirante es catedrático de facultad sólo obtendrá un punto por cada año de ejercicio, con lo que requeriría casi dos décadas para igualar el peso que se concede a un PL2.

Un master otorga 6 puntos, una licenciatura 3 y conocimientos de alemán, francés o inglés, 1,5. Nivel básico de euskera; 9 puntos.

El requisito de acreditar conocimientos de euskera siempre ha generado una gran polémica en el País Vasco, fundamentalmente por la limitación y desventaja que supone para poder acceder al sistema sanitario vasco para personas que, bien pese a ser de Euskadi no puedan acreditarlo o para aquellos que desde fuera quieran aspirar a optar a una plaza en el sistema público vasco de salud.

Desde hace décadas el impulso al uso del euskera en la sanidad pública ha sido una prioridad de los sucesivos gobiernos autonómicos, con inversiones millonarias para la formación de su personal para que pueda acreditar el perfil lingüístico asignado a cada una de las plazas. Actualmente sólo el 39% de los 26.400 trabajadores del sistema público de salid en Euskadi tiene acreditado el perfil lingüístico. Entre los facultativos ese porcentaje cae hasta el 30% mientras que entre los profesionales de la enfermería asciende al 44%.

Atención en euskera: 20%

Osakidetza hizo recientemente un balance de su segundo plan de uso del euskera 2013-2019 y en el que cifró en algo menos de 200.000 personas las que habían solicitado como lengua de atención preferente el euskera frente a las casi 800.000 que reclamaron el castellano como lengua prioritaria. Un registro que en un primer momento la sanidad pública contemplo que debía ser obligatorio para los usuarios pero que tras el rechazo suscitado decidió que sería opcional.

Por el momento el uso interno del euskera dentro del organigrama de la que es la mayor empresa del País Vasco es limitado. Una baja incidencia que se repite en muchos ámbitos de la administración vasca y que en aras a que pueda incrementarse el Gobierno vasco ha incentivado de distintas maneras. También la acreditación de títulos se ha relajado reduciendo el nivel de exigencia a los aspirantes.

Del cerca de un millón de vascos que ha registrado su preferencia lingüística en la sanidad pública sólo 200.000 han optado por el euskera

Sólo en los últimos cuatro años el Gobierno Vasco ha invertido 9,7 millones de euros a este fin en el Servicio Vasco de Salud. Y lo más llamativo es que los resultados han sido malos, con niveles de suspenso en los exámenes de acreditación que oscilan entre el 75% y 80%.

Los últimos datos de euskaldunización de médicos y enfermeras de Osakidetza, además del personal administrativo, referidos al año 2016, reflejan que las arcas públicas destinaron 2,5 millones de euros sólo el pasado ejercicio a liberar personal sanitario y a contratar a sus sustitutos. Un coste que ha ido incrementándose a niveles mucho más elevados que lo que lo ha hecho el presupuesto de la sanidad pública vasca. En 2016 la consejería que dirige Jon Darpón elevó un 7% este coste lingüístico respecto al ejercicio anterior, que a su vez ya se había incrementado un 8% en comparación con 2014.

En total, cerca de un millar de personas han sido liberadas en el último cuatrienio, a los que se suman cientos de trabajadores que, sin estar liberados sí reciben algún tipo de financiación para formarse en el conocimiento de euskera. En total de este tipo de financiación se benefician alrededor de 2.500 empleados públicos del sistema de salud. Entre ellos, el propio consejero de Salud, quien desde que asumió la máxima responsabilidad de la sanidad en Euskadi recibe clases particulares de euskera a cargo de los fondos del departamento.