Traigo hoy a este café dominical a Víctor Gutiérrez Santiago, uno de nuestros más destacados waterpolistas pero que desde hace ocho meses ha pasado con armas y bagajes a otra piscina mucho más compleja: la de la política. Desde hace ocho meses es secretario de políticas LGTBI del PSOE.

P.- ¿Cómo han sido estos ocho meses que llevas como responsable de las políticas LGTBI del PSOE, desde el deporte de élite del que venías, el waterpolo, a dedicarte a la política?

R.- He salido de una piscina y me he lanzado a otra llena de tiburones. Han sido ocho meses frenéticos que se me han pasado muy rápidos. Yo venía de otro mundo y el de la política lleva un ritmo brutal, siempre hay algo que hacer, un acto, una reunión… me siento un afortunado por haber tenido esta oportunidad. 

P.- ¿Cuál fue tu primer pensamiento cuando te dieron esta responsabilidad hace ocho meses en el congreso de Valencia? ¿Lo habías pedido, lo habías buscado?

R.- Yo había empezado a militar hace un año como respuesta a los discursos de odio y a la fuerza con la que entró Vox en el panorama político español. Siempre he sido valiente y nunca me ha importado exponer mis ideas políticas, aunque no sea habitual en el deporte. Había hecho ya algunas cosas con el partido y me invitaron al congreso para dar una conferencia sobre el mundo LGTBI en el deporte. Cuando me cita Adriana Lastra y me da la noticia me quedé en ‘shock’. Contesté que sí inmediatamente. Después de darnos un abrazo, comencé a reflexionar acerca de que mi vida ya no iba a ser la misma. No sabía bien aún qué significaba y ha sido con el paso de las semanas, de los meses, que he ido cogiendo consciencia de dónde estoy. 

P.- Lo cierto es que, mientras has aceptado esta responsabilidad, sigues entrenando en un deporte tremendamente exigente desde el punto de vista físico como es el waterpolo. 

R.- Y muy desagradecido porque se tarda mucho en adquirir una buena forma física y se tarda nada en perderla. Esta oportunidad me ha llegado cuando estaba en el mejor momento de mi carrera, no es que estuviese ya a punto de dejarlo, en ese caso hubiera sido mucho más fácil. Estaba en uno de los tres mejores equipos de la liga, jugando la competición europea y con contrato en vigor para esta temporada y para la siguiente. Lo que he tenido muy claro es que debía dar un paso al frente y que mi prioridad absoluta ahora mismo es la política, pero sin desvincularme del deporte, guardando ese espacio personal para mí que es mi gran pasión, lo que más me gusta y lo que llevo haciendo toda la vida. He buscado la fórmula para que, aunque no sean cinco horas diarias, pueda guardar siempre dos o tres para seguir entrenando. No quiero en absoluto renunciar a mi deporte.

P.- Hablabas de los discursos de odio que ha introducido VOX en España y otros partidos de extrema derecha en otros países europeos. ¿Cuáles son tus sensaciones? ¿Hay un peligro real asociado al populismo de extrema derecha?

R.- Es una carretera de doble dirección. Por un lado, soy optimista y pienso que lo que hemos conseguido lo vamos a poder defender. Por otro, nunca habíamos tenido una situación de amenaza tan evidente como la que vivimos, pero el avance es imparable y si intentan tocar una coma de nuestros derechos nos van a tener enfrente. Somos muchísimos y ese tren no se va a detener. Percibo con preocupación el calado de los discursos de odio. Es una evidencia que hace cinco o seis años no estaban de una forma tan patente en la sociedad. Podía haber gente que los pensaba, pero estaba mal visto sostenerlos en voz alta; no había ninguna voz que los autorizase. Desde la entrada de Vox, se ha empoderado a esa gente y se está amenazando nuestros derechos, no es algo que nos estemos inventando. Vox lo primero que ha hecho nada más llegar es instar, en Madrid y en Andalucía, la derogación de las leyes LGTBI. En Castilla y León, donde están gobernando, no hay leyes LGTBI pero sí han pedido la derogación de la ley de violencia de género. No han venido por tanto a aportar cosas sino a cercenar todo lo que hemos conseguido, a echarlo atrás. 

P.- ¿Estás a favor de los cordones sanitarios?

R.- Yo sí estoy a favor de los cordones sanitarios y además es que es un modelo fácil de imitar porque ya ha ocurrido en Europa. En Alemania, en las últimas elecciones en Francia con Le Pen ocurrió lo mismo… creo que, si un partido como el PP, que se considera de centro, quiere hacer gala de su moderación, no puede sentar en su mesa a gobernar con ellos a la extrema derecha. En vez de situarse al lado de los partidos moderados, como en Francia o en Alemania, adoptan las políticas de Hungría o de Polonia. 

P.- ¿Por qué el PP y el PSOE no se sientan juntos entonces para gobernar comunidades, cuando es evidente que lo necesitan?

R.- No sé darte una respuesta correcta. La aritmética parlamentaria es muy complicada, pero sí creo que hay otra manera de hacer política y si nos paramos a pensarlo son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan. La gente está harta de tanta polarización y lo que nos pide es moderación, que nos pongamos más de acuerdo en las cosas que nos unen. Estoy de acuerdo en que es momento de explorar esa nueva vía y de centrarnos en ese sesenta o setenta por ciento de cosas que nos unen y no en ese veinte o treinta por ciento de cosas que nos separan.

P.- Volvamos al deporte. Seguro que has tenido tus más y tus menos en este campo de la defensa de los derechos LGTBI. ¿Cuál es la situación? Porque, aunque odio esta frase, hay deportes en los que es más fácil salir del armario y en otros no. ¿Por qué cuesta tanto en el deporte que la gente pueda ser lo que quiera ser y amar a quien quiera?

R.- La dificultad está en los roles de género y en seguir considerando que hay deportes de chicos y otros de chicas. Cuando un chico que hace natación sincronizada o patinaje sobre hielo sale del armario, a nadie le sorprende porque en nuestro imaginario colectivo son deportes de chicas. Lo mismo ocurre cuando una chica juga al fútbol o al rugby. Como en nuestro imaginario es un deporte de chicos, tampoco nos sorprende. Esta dificultad tiene que ver, como digo, con los roles de género. Hace falta aún mucho trabajo en el deporte. La sociedad española ha avanzado en muchos campos, pero en el deporte estamos estancados. Llevamos escuchando los mismos cánticos cuarenta años en los estadios de fútbol y no hay sanciones ni campañas de sensibilización. Tenemos un modelo enfrente que es el del racismo. Hace quince años yo he vivido cómo se tiraban plátanos a jugadores negros en España y no pasaba nada. ¿Qué ocurre ahora? Se cierran los estadios. Se busca a los infractores y se les expulsa de por vida de los estadios. 

Hay dos puntos clave. El primero es el de la educación. Tiene que haber una educación y un respeto desde el deporte base a la tolerancia y a la diversidad. El segundo es la necesidad de una ley, que ahora mismo se está tramitando, en la que se incorpore perseguir los comportamientos ‘LGTBIfóbicos’ con protocolos de actuación y en la que también se incorpore formación a técnicos, jugadores, entrenadores… es muy importante que con la ley en la mano tengamos las herramientas para cambiar determinados comportamientos en el deporte y que la educación incida ahí. 

P.- ¿En qué líneas estáis trabajando en el PSOE en relación con estos asuntos?

R.- En la Ley del Deporte hemos estado muy encima para que la discriminación por motivos de ‘LGTBIfobia’ venga incorporada y que no solo haya una parte reparadora con las sanciones, sino también preventiva, que haya formación en las federaciones y en los equipos. Se va a incorporar la exigencia en las federaciones deportivas de incorporar planes de igualdad en los que se tenga que trabajar en la diversidad. Esto lo hemos trabajado. En el Congreso se ha aprobado la Ley Zerolo, en la que el partido y los colectivos llevaban trabajando quince años. Es una ley que protege, no ya contra la ‘LGTBIfobia’ sino la discriminación de personas históricamente perseguidas y discriminadas como personas latinas y racializadas, o por enfermedades como el VIH. Otro gran hito va a ser la Ley ‘LGTBItrans’, que va a ir al Consejo de Ministros este mes. Esperamos que sea una ley que cree un nuevo escenario en España y que dote de dignidad al colectivo LGTBI en particular y a las personas ‘trans’. 

P.- ¿Qué esperas este año de las fiestas del Orgullo? 

R.- Espero que la gente se vuelque porque después de dos años la gente está deseando volver a echarse a la calle y coger las banderas y las pancartas. Esta amenaza a nuestros derechos y libertades se está haciendo cada vez más evidente porque no solo es que Vox esté en las instituciones, sino que están gobernando, por ejemplo, en Castilla y León como puede ocurrir en Andalucía. Espero un orgullo muy reivindicativo porque la gente está muy sensibilizada con la situación tan difícil que hay, y por otro lado espero una celebración por todo lo alto porque reivindicación va de la mano con celebración en todo lo que tiene que ver con diversidad y todo lo que nos ha costado llegar aquí. 

Ana Botella era la enemiga número uno del Orgullo y parece que el señor Almeida sigue en ese mismo camino, que es la línea ideológica del PP, comunicando que allá donde gobierna no va a desplegar la bandera arco iris en el Ayuntamiento, como sí se había hecho otros años. Al PP no le interesan en absoluto nuestras reivindicaciones, no lo llevan en agenda y con todo lo que tiene que ver con nuestros derechos y libertades manifiestan un total rechazo. Trabajaremos por el correcto transcurso del orgullo de Madrid que no solo es una de las fiestas más importantes de este país sino uno de los orgullos más importantes del mundo. Tanto el señor Almeida como la señora Villacís tienen que poner a disposición de los organizadores del Orgullo todas las herramientas para garantizar su correcto funcionamiento. Lamentamos la deriva ideológica del PP que está dominado completamente por la extrema derecha, pero vamos a estar muy pendientes para que el Orgullo de Madrid siga siendo lo que es, una de las fiestas más importantes del mundo.

P.- ¿Qué opinas cuando Vox habla de ‘chiringuitos’ feministas, LGTBI?

R.- Ellos llaman ‘chiringuitos’ a todo lo que lucha por derechos de minorías o de personas de las que están en contra. Es un discurso muy fácil y que cala muy rápido en la gente. Está muy extendido que la clase política es una clase que roba y que se monta sus ‘chiringuitos’ para seguir ‘viviendo del cuento’. En lo que hay que incidir es en que todos los derechos y avances que hemos conseguido en este país, tanto para las mujeres como para las personas migrantes, han venido de la mano de colectivos, de asociaciones y entidades que se han agrupado para conseguir lo que tenemos día de hoy. Lo que quiere la señora Ayuso o Vox es que nos ‘descolectivizemos’, hablan del individuo, porque es más fácil acabar con una persona que con todo un colectivo. Al final, todo lo que hemos conseguido ha sido unidos, en comunidad. Es una perspectiva muy egoísta. Un chico de 20 años no ha luchado apenas porque ha habido antes una generación comprometida, que ha sufrido mucho por hacer la vida de los jóvenes de hoy más fácil. De manera individual somos mucho más débiles, como comunidad somos más difíciles de separar. 

P.- ¿Qué es lo que más te ha decepcionado de la política hasta la fecha?

R.- El que tú llegas con ganas de hacer cosas y no es tanto lo que tú quieras o lo que el partido quiera, sino que hay unas reglas de juego, hay una serie de pasos y de protocolos que tienes que respetar. Aunque hay voluntad por todas las partes, en muchos casos no se puede llevar a cabo por burocracia, por protocolo, es un poco lo que quizá más me ha decepcionado. 

P.- Dime el nombre de un referente para ti como líder.

R.- Mi madre, que no es política, pero es la persona que me ha dado la vida. Ha sido la persona que más cerca ha estado de mí, la que me empujó del armario y que siempre me dijo que me quería y que me acompañaría en todos los pasos que diera. Es mi mayor referente. 

P.- Es decir, que a nivel familiar no tuviste que luchar.

R.- Lo viví en silencio, con vergüenza, con miedo, pero mi madre, que lo intuyó, fue la que con dieciocho años acudió a mí para tener esa conversación. Intuyó que estaba sufriendo y que lo estaba haciendo solo y la estaré eternamente agradecido. Muchas veces nos cuesta dar ese paso por los miedos que tenemos en la cabeza. 

P.- ¿Qué le dirías a todos esos niños y adolescentes que están viviendo ese sufrimiento interior? 

R.- Les diría que no les pasa nada malo. Que no están solos en el mundo ni están enfermos. Tienen que estar orgullosos de esta etapa en la que tienen que empezar a quererse, a abrazarse, y que van a encontrar a gente maravillosa en el mundo. Hay que ser valientes y la vida es tan corta y maravillosa que no merece la pena vivirla con una careta.

P.- El presidente Joe Biden está trabajando para que haya leyes que prohíban las terapias de conversión. ¿Por qué cuesta tanto que haya leyes que prohíban estas terribles prácticas?

R.- Es una aberración y demuestra que hay gente todavía que piensa que la homosexualidad es una enfermedad que se puede curar, cuando lo único que es una enfermedad es la ‘LGTBIfobia’. Eso sí que es una enfermedad que destruye vidas y familias, no la homosexualidad. España ya tiene leyes que prohíben estas terapias, pero en Madrid hemos tenido denuncias que no llegan a ningún puerto y por eso es tan importante que haya una Ley ‘LGTBItrans’ que prohíba esto porque no podemos permitir en 2022 en España todavía haya psicólogos o médicos que digan que pueden curar la homosexualidad.

P.- ¿Un sueño?

R.- Que no existiera mi cargo. Que no hubiera que hablar de por qué es importante el orgullo o la diversidad en el deporte. Me encantaría ver en la liga española o en el ‘Calcio’ italiano a un futbolista saliendo del armario en los próximos años. O a un entrenador.