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ENTREVISTA

Yon González descarta Hollywood: "Mientras aquí se me siga queriendo por qué desvalorar lo que se tiene"

Yon González protagoniza la nueva serie de Netflix, 'Los herederos de la tierra', estrenada el 15 de abril bajo la producción de Diagonal TV

Yon González en 'Los herederos de la tierra', nueva serie de Netflix

Yon González en 'Los herederos de la tierra', nueva serie de Netflix Cedida por Diagonal TV

Yon González (Vergara, 1986) despertó el sexto sentido de sus admiradores cuando sólo tenía 21 años. Lo hizo primero con SMS, después con Física o Química en un cameo y lo remató con El Internado. Por entonces, el de Vergara solo estaba probando si esto del mundo de la interpretación le gustaba. Pero fueron esas dotes interpretativas y la capacidad de diversión en un set de grabación las que le guiaron al actor que es hoy y el que le ha llevado a protagonizar la nueva serie de Netflix, Los herederos de la tierra.

Es actor por suerte, o eso es lo que dice él. El guipuzcoano estudiaba bachillerato cuando le sonó la campana de la interpretación. Ver a su hermano estudiar arte dramático "ayudó mucho". Y en su primer casting, no dudó en hacer las maletas y encaminarse destino Madrid para empezar lo que sería su vida. Empezó con un “bueno vale”, y le cambió la vida, dice en conversación con El Independiente, haciendo alarde de lo que el destino le tenía preparado. Yon estaba haciendo un curso de moda en Bilbao cuando le llamaron para su primer casting en la capital y desde entonces, "con un esfuerzo constante y mucho trabajo", el vasco no ha parado de empalmar producciones, hasta llegar a Los herederos de la tierra, su segunda serie con Netflix.

Barcelona, año 1387. Las campanas de la iglesia de Santa María de la Mar siguen sonando para todos los habitantes del barrio de la Ribera. Y ahí está Hugo Llor, el hijo de un marinero que sueña con convertirse en constructor de barcos hasta que la familia Puig, enemiga acérrima de su mentor, ejecuta la venganza que lleva años acariciando. A partir de entonces, la vida de Hugo oscilará entre su lealtad a Bernat, amigo y único hijo de su consejero- Arnau Estanyol- y la necesidad de sobrevivir en una ciudad injusta con los pobres. Lo mejor de la novela de Ildefonso Falcones se halla en la creación del mundo casi mágico de una Barcelona aún reconocible pero con un pasado desconocido y lo mejor de la serie reside en que la producción está a la altura de la novela. Los herederos de la tierra sigue a lo que sería la primera temporada con su correspondiente novela, La Catedral del Mar -aunque son series independientes-, un relato audiovisual que se ha hecho posible gracias a Diagonal TV en colaboración con Netflix y que verá la luz este viernes 15 de abril en la plataforma. Los atrezos, la ambientación tan minuciosa de la época y los actores conseguirán que el espectador se sumerja en las atmósferas del pasado. Uno de esos responsables también es Yon González (Hugo), quien asegura que la serie será todo un éxito.

Grabada en plena pandemia, Yon destaca la responsabilidad del equipo en cuanto al Covid-19. Todo el reparto cumplió las normas a raja tabla y no hubo ningún inconveniente que hiciese parar la producción, por lo que pudieron grabar cada uno de los capítulos en los 10 días previstos.

El actor describe a su personaje como "un tipo muy cercano". "Hugo es un superviviente que afronta de la mejor manera posible todas las condiciones adversas que la vida le pone delante" y destaca esa manera de afrontar los problemas del personaje, desde una perspectiva "más bella" y no desde la ira. El personaje empieza en la edad joven, interpretado por David Solans. Y es cuando llega a la edad adulta donde entra Yon González. Por lo que a pesar de compartir elenco con su hermano Aitor Luna, no coinciden en el mismo set de grabación. Le pregunto cómo es trabajar con su hermano, -ya lo hicieron en Matar el tiempo- y destaca la diversión y la buena relación entre ambos.

Yon comentaba en una entrevista pasada que gracias a las plataformas streaming no tenía pensado cruzar el charco e ir más allá, al mundo hollywoodiense. En conversación con este periódico surge el tema: "¿Ni siquiera se te pasa por la cabeza?", le pregunto. Él me responde que "mientras aquí se me siga queriendo y haya trabajo y sigamos hacia delante y todo bien pues por qué desvalorar lo que aquí se tiene". Aunque lo descarta por el momento, ya que confiesa que no le importaría salir fuera y trabajar y "estaría encantado", pero sigue insistiendo en que está muy contento de que aquí le quieran y que está muy feliz de estar aquí.

Además de su personalidad apacible también le define su humildad, ya que no entiende la razón de que le paren por la calle para hacerse fotos: "¿Pa qué? Si somos iguales".

Me gustaría hacer más cine"

A Yon González se le conoce por El Internado, sí, pero también por producciones como Gran Hotel, Los Quién, Bajo Sospecha, Las Chicas del Cable, Mentiras y Gordas, El club de los incomprendidos, Perdiendo el norte o Érase una vez en Euskadi, donde dice poner siempre un toque de su personalidad. Sus papeles más difíciles, reconoce, han sido los de Mentiras y Gordas y Perdiendo el norte, aunque para él todos son como un pequeño reto. “Pero luego el resultado está muy bien y ha sido bueno. Por suerte todo ha tenido bastante éxito”.

Se ve muy joven aún para el Goya, "quiero seguir pensando", dice entre risas, aunque asegura que es una de sus aspiraciones. "Es todo un éxito mantenerse y seguir haciendo series de protagonista. Y hacer cine, que me gustaría hacer más cine. Y seguir esta línea durante mucho tiempo. Eso ya es un súper éxito".

En la interpretación, tú eres tu propia herramienta de trabajo y no se dejan de jugar con las emociones. Puede ser un viaje de flores o una pesadilla

Yon se deja llevar en este oficio que define como "bello y terrorífico a veces". La explicación a terrorífico radica en que, para el actor, "también es un trabajo donde se puede sufrir mucha inseguridad en un momento dado y no dejas de trabajar contigo mismo, tú eres tu propia herramienta de trabajo y no se dejan de jugar con emociones y con cosas y bueno, puede ser un viaje de flores o puede ser una pesadilla", comenta. "Pero como en todos los trabajos", añade. "Yo hablo de este que es el que he vivido y del que puedo hablar. Pero como tú eres una herramienta y se ponen muchos sentimientos por medio, pues tiene un punto delicado", aunque confiesa que es muy bonito y que lo disfruta mucho, y a pesar de confirmar que ha sufrido a nivel personal, no duda en sacar el lado positivo: "Todo es enriquecedor, de todo hay que sacar el lado positivo y aprender, para seguir evolucionando y creciendo".

Ese lado pragmático es el que le ha traído suerte durante todos estos años. No para de hacer proyectos y gracias a eso, no tiene tiempo ni siquiera para pensar en dedicarse a otro arte como el que podría ser director de cine o series. Aunque reconoce que le gustaría. De su próximo proyecto aún no sabemos nada, aunque como dice, él se deja llevar.

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